jueves, 15 de enero de 2009

Rosalie y Emmett Cullen


Dice: ``Le estoi realmente agradecido a Edward por no matarte , todo es mucho mas divertido con tigo cerca´´




Alice y Jasper











Aqui Jasper Hale





Una composicion q me encanto, de jaz y alice


















martes, 30 de diciembre de 2008

La huesped-tje host-10º capitulo

Capítulo 10. Cambiada
La campana eléctrica sonó, anunciando otro visitante de la tienda de convivencia. Mire
con culpa y agaché rápidamente mi cabeza detrás del estante que estábamos
examinando.
Deja de actuar como una criminal, me avisó Melanie.
No estoy actuando, repliqué tensa.
Las palmas de mis manos se sentían frías debajo de la capa fina de sudor, aunque el
pequeño lugar hacía mucho calor. Las amplias ventanas dejaban entrar mucho sol para
las fuertes y laboriosas unidades de aire acondicionado para mantener.
¿Cuál? Demandé.
La grande, me dijo.
Agarré el paquete más grande de los dos que había, una mochila que se veía capaz de
tener más de la que podría llevar. Luego caminé del otro lado donde había en u lado
botellas de agua.
Podemos cargar 3 galeones, decidió. Eso nos dará tres días para encontrarlos.
Respiré profundamente, tratando de convencerme de que no estaba de acuerdo con
esto. Simplemente estaba tratando de tener más coordinadas de ella, nada más. Cuando
tuviera toda la información, iba a encontrar a alguien-un diferente buscador, tal vez, un
poco menos repulsivo del que me asignaron a mí-y pasarle sólo la información. Iba a ser
exhaustivo solamente, me prometí a mí misma.
Mi tonto intento de mentira era tan patético que Melanie no prestó ninguna atención
sobre eso, sin sentirse preocupada. Debía ser muy tarde para mí, como la Buscadora me
había advertido. Tal vez tuve que haber tomado el consejo.
¿Muy tarde? ¡Eso quisiera! Gruñó Melanie. No puedo hacerte nada que no quieras. ¡Ni
siquiera puedo mover mi mano! Su pensamiento gimió de frustración.
Miré abajo hacia mi mano, descansando contra mi muslo en lugar de alcanzar el agua
como ella quería hacerlo. Pude sentir su impaciencia, su casi desesperado deseo por
hacer un movimiento. En las corridas devuelta, sólo como si me existencia era no más
que una corta interrupción, una temporada derrochada por estar con ella.
Ella me dio algo equivalente a un bufido, y entonces ella estaba devuelta en el trabajo.
Vamos, me urgió. ¡Hagámoslo! Va a oscurecer pronto.
Con un suspiro, empujé la larga mochila con las botellas de agua del estante. Estas casi
golpean el suelo después de que las agarré en contra el borde de otro estante más baja.
Mis brazos se sintieron como si chasquearan por la mitad fuera de sus encajes.
“¡Estás bromeando!” Exclamé alto.
¡Cállate!
“¿Perdone?” un bajo, encorvado hombre, el otro cliente, preguntó desde el final del
pasillo.
“Uh-nada.” Murmuré, sin encontrar su mirada. “Es más pesado de lo que imaginé”
“¿Quieres algo de ayuda?” se ofreció.
“No, no,” respondí hastiada. “Sólo quiero el más pequeño”
Él se volvió a dar vuelta en la sección de papas fritas.
No, no lo harás, Melanie me aseguró. He llevado cosas más pesadas que ésta. Tienes
que hacerlo más fácil, Wanderer.
Lo siento, respondí ausentemente, confundida por el hecho que ella había usado mi
nombre por primera vez.
Anima a tus piernas.
Me esforcé con la carga de agua, preguntándome qué tan lejos sería posible esperar a
que lo lleve. Logre llevarlo en frente de la registradora, por lo menos. Con un gran
esfuerzo, me libré de su peso en el mostrador. Puse la bolsa arriba del agua, y le agregé
una caja de barras de granola, donas, y una bolsa de papas fritas.
El agua es muchísimo más importante que la comida en el desierto, y podremos solo
llevar mucha–
Tengo hambre, le interrumpí. Y esto es liviano.
Es tu espalda, supongo, dijo a regañadientes, y después ordenó, Consigue un mapa.
Puse el que ella quería, un mapa topográfico del lugar, en el mostrador con las otras
cosas. No era más que una propiedad en su charada.
El cajero, un hombre canoso con una sonrisa dispuesta, escaneó los códigos de barra.
“¿Haciendo algunas excursiones?” preguntó de forma amable.
“La montaña es muy hermosa.”
“El camino esta justo por–” dijo, empezando un gesto.
“Lo encontraré,” prometí rápido, apoyando la pasada y mal balanceada carga fuera del
mostrador.
“Quédate en un lugar antes de que oscurezca, cariño. No querrás perderte.”
“Lo haré.”
Melanie estaba pensando malos pensamientos hacia el hombre mayor.
Esta tratando de ser amable. Esta sinceramente preocupado por mi bienestar, le
recordé.
Eres muy social, me dijo ácidamente. ¿Nadie te dijo que no hay que hablar con
extraños?
Me sentí llena de culpabilidad cuando respondía No hay extraños entre mi tipo.
No puedo acostumbrarme a no pagar por los cosas, me dijo, cambiando de tema. ¿Cuál
es el punto de escanear esto?
Inventario, por supuesto. ¿Se tiene que acordar de todo lo que tomamos cuando tendría
que necesitar ordenar más? Además, ¿Cuál es el punto del dinero cuando todo es
perfectamente honesto? Me pausé, sintiendo otra vez la culpabilidad tan fuertemente
que era doloroso. Todos menos yo, por supuesto.
Melanie rehuyó de mis sentimientos, preocupada por la profundidad de éstos, por la
preocupación de que cambiara de opinión.
En cambio, ella se enfocó en su gran deseo de irse de allí, de moverse hacia su objetivo.
Su ansiedad se filtró a través de mí, y caminé más rápido.
Llevé la carga al auto y la puse en frente de la puerta del pasajero.
“Deja que te ayude con eso.”
Divisé hacia arriba para ver otro hombre de la tienda, con una bolsa plástica en su
mano, parado frente a mí.
“Ah... Gracias,” gesticulé finalmente, mi pulso se aceleró.
Esperamos, Melanie tensa como para correr, muertes que él subía nuestras
adquisiciones al auto.
No hay nada que temer. También esta siendo amable.
“Gracias,” dije otra vez cuando el cerraba la puerta.
“Un placer.”
Caminó hacia su propio vehículo sin mirar hacía nosotras. Me subí al auto y agarré la
bolsa de papas fritas.
Mira el mapa, me dijo. Espera hasta que este fuera de vista.
Nadie nos está mirando. Le prometí. Pero con un suspiro, saqué el mapa y comí con una
mano. Era probablemente una buena idea tener algún sentido de donde vamos.
¿Dónde vamos? Le pregunté. Tenemos que encontrar el punto de salida, ¿Ahora qué?
Mira alrededor, me comandó. Si no podemos verlo, trataremos el lado sur de la
montaña.
¿Ver qué?

lunes, 29 de diciembre de 2008

La huesped-the host-9º capitulo

Capítulo 9 – Descubierta
Manejé rápido a través de la unión I-10 con el sol cayendo detrás de mí. No había visto
mucho más que las blancas y amarillas líneas de la carretera, y la ocasional señal verde
grande que me indicaba el este. Estaba apurada ahora.
No sabía exactamente segura por qué estaba apurada, siquiera. Por querer estar afuera
de esto, supuse. Fuera del dolor, fuera de la tristeza, fuera del anhelo del perdido y
desesperanzado amor. ¿Eso significaría fuera de éste cuerpo? No puedo pensar en otra
respuesta. Me gustaría preguntar todavía mis dudas al Curandero, pero se sentía como
si la decisión ya estaba hecha. Skipper. Cobarde. Probé las palabras en mi cabeza,
tratando de traer más términos con esto.
Si pudiera encontrar una manera, me gustaría tener a Melanie fuera de las manos del
buscador. Sería muy difícil. No, sería imposible.
Pero trataría.
Le prometí a ella esto, pero ella no estaba escuchando. Ella todavía estaba soñando.
Renunciando, aunque ahora era muy tarde para renunciar a ayudar.
Traté de estar despejada del cañón rojo en su cabeza, pero estaba ahí también. No
importaba cuán difícil era tratar de ver a los autos zumbando al lado mío, las lanzaderas
deslizándose hacia el puerto, las pocas, finas nubes moviéndose sin rumbo por el cielo,
no podía estar completamente libre de sus sueños. Memoricé la cara de Jared a través
de cientos de ángeles diferentes. Miré a Jaime en una fase acelerada de crecimiento
repentino, siempre en carne y huesos.
Mis brazos ambos me dolían, lo sentía más nítido que un dolor, como cortada por
cuchillas violentamente. Era intolerable. Tuve que salir.
Manejé casi sin ver a través de los dos estrechos canales de la autopista. El desierto era,
en cierto modo, mas monótono y muerto que antes. Más plano, más incoloro. Me
gustaría llegar a Tucson antes de la hora de la cena. Cena. No había comido hoy todavía,
y me di cuenta de que mi estomago rugía.
El buscador tal vez estaba esperándome por ahí. Mi estomago retumbó entonces, y el
hambre momentáneo se había convertido en nauseas.
Automáticamente, mi pie soltó el acelerador. Me fijé el mapa en el asiento del pasajero.
Pronto llegaría a una parada en un lugar llamado Picacho Peak. Tal vez podría detenerme
en la parada a comer algo allí.
Pensé en el nombre desconocido–Picacho Peak–que era extraño, imaginando en la
reacción de Melanie. No lo logré. ¿Ella habrá venido antes? Busqué en mi memoria, una
vista o un olor que correspondía, pero no encontré nada. Picacho Peak. Otra vez, había
algo de interés que Melanie reprimía. ¿Qué significaban esas palabras para ella? Ella
salió de los lejanos recuerdos, evitándome. Eso me hizo sentir curiosa. Manejé más
rápido, preguntándome si la vista del lugar podría darme algo.
Una solitaria cima de una montaña–no masiva de estándares normales, acercándose
despacio, las colinas más cercanas a mí–empezaban a tomar forma de horizonte. Era
una inusual, distintiva forma.
Melanie miró como crecía mientras viajábamos, pretendiendo indiferencia sobre eso.
¿Por qué ella pretendía no importarle cuando obviamente lo estaba? Estaba preocupada
por su fuerza al tratar de descubrirlo. No pude ver nada a través de la pared en blanco.
Era más gruesa que de costumbre. Pensé que ya había casi desaparecido.
Traté de ignorarla, no queriendo pensar en eso–eso que estaba siendo más fuerte. Miré
el lugar, trazando la forma pálida del caluroso cielo. Había algo familiar en eso. Algo que
estaba segura que reconocí, aún cuando estaba segura de que ninguna de nosotras
había estado aquí. Casi como si ella estaba tratando de distraerme, Melanie me hundió
en un vívido recuerdo de Jared, que me sorprendió.
Me agarró un escalofrío, estrechando mis ojos para ver el silenciado deslumbramiento
del sol bajando detrás de los árboles. Me conté a mí misma que no era frío lo que
pensaba que era. Mi cuerpo sólo no estaba acostumbrado a eso. Las manos que estaban
de repente en mis hombros no me asustaron, en realidad. Estaba asustada por ese
desconocido lugar, y no oí su silencio. Su peso era demasiado familiar.
“Tú no eres buena yéndote a escondidas”
Incluso ahora, había una sonrisa en su voz.
“Vi que venías antes de que tomaste el primer paso” Le dije sin girar. “Tengo ojos detrás
de mi cabeza”
Unos dedos cálidos acariciaron mi cara desde mi barbilla, arrastrando fuego a lo largo de
mi piel.
“Te pareces a una dríade escondida en esos árboles,” susurró en mi oído. “Una de ellas.
Tan hermosa que tendrías que ser de ficción.”
“Tendríamos que plantar mas árboles alrededor de la cabaña”
Él ahogó una risa, y el sonido hizo que mis ojos se cerraran y mis labios se estrecharan
en una sonrisa.
“No necesariamente,” dijo. “Tú siempre miras ese camino”
“Lo dice el último hombre de la tierra a la última mujer de la tierra, en el momento de su
separación”
Mi sonrisa se desvaneció mientras hablaba. Las sonrisas no podían durar hoy.
Él me miró. Su aliento en mi mejilla era cálido comparado con el frío aire del bosque.
“Jaime podría ser reciente en esa implicación”
“Jamie es todavía un chico. Por favor, por favor, mantenlo a salvo.”
“Haré un trato contigo,” se ofreció Jared. “Tú te mantienes a salvo y haré lo mejor. De lo
contrario, no hay trato.”
Era sólo una broma, pero no pude tomarla con calma. Una vez que nos separáramos, no
había garantías. “No importa lo que pase.” Insistí.
“Nada va a pasar. No te preocupes.” Las palabras tenían algo de sentido. Con
innecesario esfuerzo. Pero su voz valía la pena escucharla, sin importar el mensaje.
“Okay”
Me giro para estar frente su cara y guió mi cabeza a su pecho. No sabía con qué
comparar su aroma. Era el suyo, tan singular como el olor del enebro o la lluvia del
desierto.
“Nosotros no nos perderemos,” me prometió. “Siempre te voy a volver a encontrar.”
Comenzó Jared, él no podía ser completamente serio en mas de de uno o dos latidos de
corazón. “No importa cuán bien te escondas. Soy imparable cuando se trata de ocultar y
buscar.”
“¿Vas a darme tiempo hasta la cuenta de diez?”
“Sin mirar.”
“Tú lo dijiste” mascullé, tratando de ocultar el hecho que mi garganta se llenaba de
lágrimas.
“No tengas miedo. Vas a estar bien. Eres fuerte, rápida e inteligente.” Estaba tratando
de convencerse a sí mismo, también.
¿Porque lo estaba dejando? Era igual a Sharon que todavía era humana.
Pero cuando veía su cara en las noticias, estaba muy segura.
Era sólo una incursión, una de miles más. Como es habitual cuando nos sentimos
bastante aislados, suficientemente seguros, hemos tenido la TV prendida como si
limpiáramos el refrigerador o la despensa. Sólo para saber el tiempo meteorológico; no
había mucha diversión en los reportes de muertes-aburrida o todo-es-perfecto que
pasaban en las noticias entre los parásitos. Era el pelo lo que captó mi ojo–el momento
intenso rosa rojizo que sólo había visto en una persona.
Pude todavía mirar la mirada en su cara como si mirara a escondidas desde el borde de
la cámara con un ojo. Era esa mirada que dice Estoy tratando de ser invisible, no me
mires. Ella caminó no lo suficiente lento, tratando con todas sus fuerzas de caminar con
un paso normal. Tratando desesperadamente de mezclarse dentro.
Nadie querría sentirse así.
Qué hacía Sharon caminado alrededor de humanos en una enorme ciudad como
¿Chicago? ¿Había otros?
Tratando de encontrar en ella a lo que ni siquiera se parecía una opción, realmente. Si
había una posibilidad de que allí había más humanos teníamos que localizarlos.
Y tenía que ir sola. Sharon podía correr de todos menos de mí–bueno, podía correr de mí
también pero tal vez ella podría hacer una pausa suficiente para que me explicara.
Estaba segura de que conocer su secreto lugar.
“¿Y tú?” Le pregunté con voz gruesa. No estaba segura si podía psicológicamente este
inminente adiós. “¿Vas a estar a salvo?”
“Ni siquiera el cielo o la tierra podrían apartarme de ti, Melanie”
Sin darme una oportunidad de aspirar o limpiar las nuevas lágrimas, él se estiró hacia
mí.
Jamie se enrolló debajo de mi brazo–él no se ajustaba a la forma que solía hacerlo. Él
tenía que a veces entrar en él mismo, sus largos, desgarbadas extremidades se
formaron torpemente en ángulos. Sus brazos comenzaron a ser más fuertes, pero en ese
momento era un chico, estremeciéndose, casi derrumbándose. Jared estaba arrancando
el auto. Jamie no quería mostrar ese miedo si él estaba ahí. Jamie quería ser valiente,
como Jared.
“Estoy asustado,” me susurró.
Besé su pelo oscuro como la noche. Incluso estando aquí entre los penetrantes y
resinosos árboles, olía como a polvo y a sol.
Se sentía como si él era parte de mí, que si nos separaban se iba a desgarrar la piel que
nos unía.
“Estarás bien con Jared.” Tuve que sonar valiente, sin importar si me sentía así o no.
“Lo sé. Tengo miedo por ti. Tengo miedo de que no vuelvas. Como papá.”
Me eché atrás. Cuando papá no volvió–aunque su cuerpo había estado dirigiéndose hacía
los buscadores por nosotros–fue el peor horror y el peor temor y el peor dolor que nunca
había sentido. ¿Que tendría que hacer con Jamie de vuelta?
“Volveré. Siempre vuelvo.”
“Estoy asustado.” Me dijo otra vez.
Tenía que ser valiente.
“Te prometo que todo estará bien. Voy a volver. Te lo prometo. Sabes que no rompería
una promesa Jamie. No a ti.”
Paró de estremecerse. Me creyó. Confió en mí.
Y otra cosa: Puede oírlos en el piso de abajo. Ellos me encontrarían en minutos, o
segundos. Garabateé las palabras en un sucio fragmento del papel periódico. Casi se
entendía, pero si lo encontraban, él iba a entender: No tan rápido. Te amo Jamie. No
vayas a casa.
No sólo iba a romper sus corazones, iba a robarle su refugio, también. Imaginé nuestra
pequeña casa abandonada, como lo sería para siempre, ahora. Sino era abandonada, era
una tumba. Me veo mi cuerpo guiando a los buscadores a eso. Mi cara sonriendo
mientras los agarraba a ellos ahí...
“Basta,” dije fuerte, escapando fuera del dolor. “¡Basta! ¡Tú has mostrado tu punto! No
puedo vivir sin ellos tampoco ahora. ¿Eso te hace feliz? Porque esto no me deja muchas
opciones, ¿no es cierto? Solo una–desacerme de ti. ¿Quieres al buscador dentro de ti?
Ugh!”
Hay otra opción, Melanie pensó suavemente.
“¿De verdad?” Demandé con un pesado sarcasmo. “Muéstrame una.”
Observa.
Todavía estaba mirando la cima de la montaña. Eso dominaba el paisaje, una improvista
elevación de roca rodeada de plana tierra de maleza. Su interés atrajo mis ojos por fuera
de la silueta, trazando las dos puntas desiguales de la cima.
Una lenta, áspera curva, un giro brusco, otra repentina vuelta de otro sentido,
torciéndose al norte del largo estrecho, y un abrupto declive en el sur que se hacía más
plano en otra curva.
No de norte a sur, el camino que siempre he visto las líneas en su fragmentaria
memoria; eran de arriba hacía abajo.
El perfil de una cima de montaña.
Las líneas que guiaban a Jared y Jamie. Esa era la primera línea, el punto de partida.
Tenía que encontrarlos.
‘Vamos a encontrarlos,’ me corrigió. ‘Tú no sabes todas las direcciones. Al igual que la
cabaña, nunca te di todo.”
“No lo entiendo. ¿Donde nos guía? ¿Cómo una montaña nos guía?” Mi pulso comenzó a
latir más rápido cuando pensé en eso: Jared estaba cerca. Jamie, dentro de mi alcance.
Ella me mostró la respuesta.
“Son sólo líneas. Y mi tío Jeb es sólo un viejo loco. Es un loco, igual que el resto de la
familia de mi papá.” Traté de sacar el libro de las manos de Jared, pero él apenas estaba
enterado de mi esfuerzo.
“Un loco, ¿como la mamá de Sharon?” él contó, todavía estudiando el oscuro pincel que
marcaba la negra cubierta del viejo álbum de fotos. Es una de las cosas que no perdí en
todo el recorrido. Todavía el graffiti del lunático tío Jeb lo dejó durante su última visita
tiene un valor sentimental ahora.
“Entiendo.” Si Sharon estaba todavía viva, sería por su madre, la lunática tía Maggie,
que podía competir con el lunático del tío Jeb una carrera por el título de Los más locos
de los Locos Hermanos Stryder. Mi papá había estado afectado ligeramente por la locura
Stryder–él no tenia un secreto o algo parecido. El resto de ellos, sus hermanos y
hermanas, Tía Maggie, Tío Jeb, Tío Guy, eras los que más pasaban tiempo en la
conspiración teórica. Tío Guy había muerto antes que los otros desaparecieran durante la
invasión, en un accidente de auto, muy común, que incluso Maggie y Jeb han luchado
para intrigar esto.
Mi papa siempre los llamó cariñosamente a ellos ‘Los Locos’ “Pienso que es hora de
visitar a los Locos” anunciaba Papá, y mamá se quejaba–lo cual era porque el anuncio
sucedía pocas veces.
En una de esas raras visitas a Chicago, Sharon me metió dentro de un hoyo escondido
de su mamá. Estábamos atrapados–la mujer había puesto trampas por todos lados.
Sharon fue regañada en grande, y aunque, te juro un secreto, tuve la sensación de que
Tía Maggie tal vez construyera un nuevo santuario.
Pero recordé dónde fue el primero. Vi a Sharon ahí ahora, viviendo la vida de Anne Frank
en el medio de la ciudad enemiga. Teníamos que encontrarla y traerla a su casa.
Jared interrumpió mi recuerdo. “Un loco es exactamente el tipo de personas que vamos
a necesitar para sobrevivir. Personas que veían a Gran Hermano cuando no estaba ahí.
Personas que sospechan del resto de la humanidad tornándose peligroso. Personas con
lugares para esconderse listos.” Jared sonrió, todavía estudiando las líneas. Y su voz
entonces se hizo más dura. “Personas como mi papá. Si él y mis hermanos se han
escondido en vez de luchar… Bueno, todavía estarían aquí.”
Mi tono es más livianos, oyendo el dolor de las de él. “Okay, estoy de acuerdo en la
teoría. Pero esas líneas no significan nada.”
“Cuéntame otra vez lo que dijo cuando el se las dibujó.”
Suspiré. “Ellos estaban argumentando–Tío Jeb y mi papa. Tío Jeb esta tratando de
convencerlo a él de que algo anda mal, contándole a el que no confía en nada. Papá se
río de eso. Jeb agarró el álbum de fotos del final de la mesa y comenzó… casi tallando
las líneas detrás de la contraportada con un lápiz. Papá se volvió loco, dijo mi mamá que
se enojó. Jeb dijo, ‘¿La mamá de Linda les preguntó para venir a visitarme, no? ¿Algo
extraño, de la nada? ¿No te cayó mal cuando solo Linda vendría? Admite la verdad, Trev,
no pienso que Linda estará opinando en nada cuando vuelva. Oh, tal vez actuó de esa
manera, pero tú no eres capaz de contar la diferencia’ Eso no tiene sentido en el
momento, pero lo que le dijo realmente le cayó mal a mi papá. Él le ordenó a Tío Jeb
que se vaya de la casa.
Jeb no se quiso ir al principio. Nos dijo que tengamos cuidado a no esperar hasta que
sea demasiado tarde. Él agarró mi brazo y me tiró a su lado ‘No los dejes engañarte,
cariño,’ me susurró. ‘Sigue las líneas. Empieza desde el principio y sigue las líneas. Tío
Jeb va a tener un lugar seguro para tí’ Fue ahí cuando mi papá lo empujó hasta la
puerta”
Jared guiño asintiendo, todavía estudiando. “El comienzo... el comienzo... Eso tiene que
significar algo.”
“¿Si? Son solo líneas, Jared. No es como un mapa–ellos incluso no están conectados.”
“Hay algo familiar acerca de la primera, sin embargo. Algo familiar. Podría jurar que lo
he visto en alguna parte antes.”
Suspiré. “Tal vez el le contó a Tía Maggie. Tal vez ella tenga mejores direcciones.”
“Tal vez,” me dijo, y continuó mirando las líneas de Jeb.
Ella me arrastró al pasado, un muy, muy viejo recuerdo–una memoria que ha escapado
ella por mucho tiempo. Me sorprendí que ella me pusiera sólo esos recuerdos, el viejo y
el nuevo, los dos recientes. Después estaba aquí. Es por eso que las líneas se habían
escapado de su cuidadoso control que despistó el hecho que ellos eran uno de los más
importantes secretos–por la urgencia de ser descubierta.
En este borroso recuerdo más antiguo, Melanie se sentó en las piernas de su papá con el
mismo álbum–no tan andrajoso entonces–abriéndolo en sus manos. Sus manos eran
diminutas, sus dedos tan cortos. Era muy extraño recordar los comienzos de chica en
este cuerpo.
Estaban en la primera página.
“¿Recuerdas en donde es esto?” Papá preguntó, señalando la vieja foto gris que estaba
arriba de la página. El papel se parecía más fino que las otras fotografías, como si
estuviese desgastada–planas y planas y más planas–como si la hubiese tomado el
tatara-abuelo.
“Es de donde los Stryders venimos,” respondí, repitiendo lo que me habían estado
enseñando.
“Exacto. Ese el Viejo rancho de los Stryder. Tú fuiste allí una vez, pero no creo que lo
recuerdes. Creo que tenías dieciocho meses. Viene siendo tierra de los Stryder por
mucho tiempo atrás...”
Y entonces el recuerdo se hizo una imagen. Una imagen que venía viendo, sin haberla
visto nunca. Era en blanco y negro, desvanecida en grises. Una pequeña casa rústica de
madera muy lejos en el otro lado del campo desierto; en el frente, había una cerca; unos
pocas formas de equinos se veían entre la cerca y la casa. Y después, detrás de todo
eso, una forma, un perfil familiar...
Había palabras escritas, una etiqueta, puesta en lápiz arriba del borde blanco:
Rancho Stryder, 1904, en la sombra de mañana en...
“Picacho Peak” dije en voz baja.
Él ha estado ahí también, incluso si nunca encuentran a Sharon. Se que Jared los va a
poner ahí juntos. Él es más inteligente que yo, y el tiene la foto. Él probablemente tenía
la respuesta antes que yo. Él podría estar tan cerca… ’
El pensamiento que tuvo estaba tan lleno de emoción y anhelo que la pared en blanco de
mi cabeza se desvaneció.
Pude ver todo el trayecto ahora, viéndola a ella y el cuidadoso trayecto a través del país
de Jared y Jamie, siempre de noche en su discreto vehículo robado. Tomó semanas. Lo
vi donde ella los había dejado en el preservado arbolado de la ciudad, tan diferente del
vacío desierto que ellos estaban acostumbrados. El frío bosque del que Jared y Jamie
tenían que ocultarse y esperar se sentía seguro en algunas formas–porque las ramas
eran espesas y ocultaban, no como el espigado follaje del desierto que no podías
esconderte mucho–pero también era más peligroso por los desconocidos sonidos y
olores.
Entonces la separación, un recuerdo muy doloroso. Luego vino la abandonada
construcción que se había estado escondido, mirando la casa a través de la calle por su
oportunidad. Ahí, oculta en las paredes o en un sótano secreto, deseando encontrar a
Sharon.
No debí haberte dejado ver eso, Melanie pensó. La debilidad de su silenciosa voz
denotaba su fatiga. El asalto de sus recuerdos, la persuasión y la obligación, la habían
cansado. Vas a tener que contarles a ellos donde encontrarla. Tú también la matarás.
“Si,” medité en voz alta. “Tengo que hacer mi deber”
¿Por qué? murmuró, casi dormida. ¿Qué felicidad te daría?
No quería pelear con ella, por lo que no dije nada.
La montaña se veía más larga delante de nosotras. En momentos estaríamos debajo de
ésta. Pude ver una pequeña parada con una conveniente tienda y un restaurante de
comida rápida bordeando un lado de un espacio plano de concreto–un lugar para las
casas rodantes. Había pocos en el lugar ahora, con el color del próximo verano haciendo
las cosas inconfortables.
¿Ahora qué? Me pregunté. ¿Paro por un tarde almuerzo o una temprana cena? ¿Lleno el
tanque y después continúo hasta Tucson en para revelar mis frescos descubrimientos a
la buscadora?
El pensamiento fue tan repelente que mi mandíbula fue trabada por la repentina pesadez
de mi estómago. Frené reflexivamente, escrutando una parada en el medio del carril.
Tuve suerte; no había autos para tirarme hacía atrás. Tampoco había conductores que
se detuvieran para mostrar su preocupación y su ayuda. En ese momento, la carretera
estaba vacía. El sol golpeaba el pavimento, haciendo que brillara, desapareciera en
lugares.
Esto no tendría que sentirse como una traición, la idea que continuaba ahí y en mi propio
curso.
Mi primer lenguaje, el lenguaje verdadero del alma que era hablado sólo en nuestro
planeta de origen, no tenía palabras para traidor. O leal–porque sin la existencia de lo
opuesto, el concepto no tiene significado.
Y todavía me sentía con más culpabilidad por misma la idea de la buscadora. Estuvo mal
en contarle a ella lo que sé. Mal, ¿cómo?
Me contrarresté mi propio pensamiento violentamente. Si me detenía ahí y escuchaba
las seductivas sugerencias de mi huésped, sería una traidora. Eso sería imposible. Tenía
un alma.
Y sin embargo, yo sabía lo que quería, más poderoso y vívido que nada de lo que nunca
tuve en todas las ocho vidas que viví. La imagen de la cara de Jared bailando detrás de
mis parpadas cuando parpadeé por el sol–no eran los recuerdos de Melanie en ese
momento, pero mis recuerdos venían de ella. Ella no forzó nada en mí ahora. Pude
apenas sentirla mientras esperaba–me la imagine conteniendo la respiración, lo cual
podría ser posible–para mí al hacer mi decisión.
No pude separarme de lo que el cuerpo quería. Ella era yo, más que lo que nunca intente
ser. ¿Yo lo quería o el cuerpo lo quería? ¿Esa es la distinción que importaría ahora?
En mi espejo retrovisor, el brillo del sol que reflejaba un auto cautivó mi ojo. Moví el pie
en el acelerador, yendo lentamente hacia la pequeña tienda que quedaba en la sombra
de la cima de la montaña. Había solo una cosa por hacer.

La huesped-the host-8º capitulo

Capítulo 8 - Amada
“¿Tienes miedo a volar?” la voz de la buscadora estaba llena de incredulidad con algo de
burla. “¿Tú viajaste a través del profundo espacio por ocho veces y tienes miedo a tomar
un avión a Tucson, Arizona?”
“Primero que nada, no tengo miedo. Segundo, cuando viajé a través del profundo
espacio no estaba exactamente consciente en donde estaba, ya que estaba en una
cámara de hibernación. Y tercero, este huésped tiende a marearse en los aviones.”
La buscadora rodó sus ojos en disgusto. “¡Entonces toma alguna medicina! ¿Qué
hubieses hecho si el Curandero Fords no se hubiese transferido a Saint Mary’s?
¿Hubieses conducido hasta Chicago?”
“No. Pero como hasta ahora la opción de manejar es razonable, la voy a tomar. Va a ser
bueno ver un pequeño trozo más de este mundo. El desierto podría ser impresionante -”
“El desierto es muy aburrido.”
“-y no tengo ningún apuro. Tengo muchas cosas en que pensar no obstante, y voy a
apreciar un poco de tiempo asolas.” La miré apuntándola mientras remarcaba la última
palabra.
“No entiendo el punto en ir a visitar al viejo Curandero de todas formas. Hay muchos
Curanderos competentes por aquí.”
“Estoy mas cómoda con el Curandero Fords. Él tiene experiencia en esto, y no confío en
que yo tenga toda la información que necesito.” Le di otra mirada significante.
“No tienes tiempo para no apurarte, Wanderer. Reconozco los signos.”
“Perdóname si no considero tu información imparcial. Sé lo suficiente del
comportamiento humano para reconocer los signos de la manipulación.”
Ella me frunció el ceño.
Estaba cargando mi auto rentado con algunas cosas que planeé utilizar para mí. Tenía
suficientes ropas para ir una semana entre lavados, y las básicas necesidades higiénicas.
Aunque no traía mucho, estaba dejando mucho menos detrás. He estado acumulando
muy pocas pertenencias personales en mi tiempo. Después de todos esos meses en ese
pequeño departamento, las paredes todavía estaban al descubierto, las estanterías
vacías. Tal vez nunca había pensado en estar aquí.
La Buscadora se había plantado en la acera en frente de mi entrada principal,
asaltándome con despreciativas preguntas y comentarios cuando la estaba apenas
escuchando. Al menos estaba segura que creía que ella era muy impaciente para
buscarme en la carretera. Ella prefería tomar un avión hasta Tucson, justo cuando ella
estaba deseando de avergonzarme para que haga lo mismo. Fue un gran alivio. Me
imaginaba a ella uniéndose todo el tiempo que paraba a cenar, revoloteándome en los
baños de las paradas, sus exhaustivas inquisiciones esperando por mí en vehículo
pausado por un semáforo. Me estremecí ante el pensamiento. Si el nuevo cuerpo
significa liberarme de la Buscadora... bueno, eso era un gran aliento.
No tenía otra opción, tampoco. Podía abandonar todo este mundo como un fracaso y
moverme al décimo planeta. Podía trabajar para olvidar toda esta experiencia. La tierra
podía ser sólo una pequeña centella en mi otro impecable record.
¿Pero dónde iría? ¿A un planeta donde ya tenía experiencia? El Mundo Cantante fue uno
de mis favoritos, ¿pero para renunciar a esta insensata escena? El planeta de las Flores
fue encantador... Todavía la base de clorofila como una forma de vivir tenía muy pocos
rangos de emoción. Se siente insoportablemente lento después de estar en el lugar de
los humanos.
¿Un nuevo planeta? Había una reciente adquisición-aquí en la tierra lo llamaban nuevos
huéspedes Delfines por falta de una mejor comparación, aunque ellos se asemejaban
más a libélulas más que los mamíferos marinos. Una especie muy desarrollada, y
ciertamente móviles, pero después de mi larga estadía en las Algas Marinas, el
pensamiento de otro planeta de agua me repugnaba.
No, todavía había tanto en este planeta que no había experimentado. En ningún lugar
que conozco del universo me llamaron más fuerte que esta sombría, pequeña y verde
patio en esta silenciosa calle.
O resistir al atractivo cielo vacío del desierto, el cual he visto sólo en las memorias de
Melanie.
Melanie no opinó sobre mis opiniones. Ella había estado muy callada desde que tomé la
decisión de encontrar a Fords Deep Waters, mi primer Consolador. No estaba segura de
lo que significaba eso. ¿Estaba tratando de parecer menos peligrosa, menos para cargar?
¿Se estaba preparando a ella misma para la invasión de la Buscadora? ¿Para morir? ¿O
se estaba preparando para enfrentarme? ¿Para sacarme del cuerpo? Cualquiera que sea
su plan, ella se guardaba distante. Ella estaba apagada, en la parte de atrás de mi
cabeza.
Hice mi última mirada dentro, buscando de que no me haya olvidando de nada. El
apartamento se veía vacío. Había sólo los básicos muebles dejados por el anterior
inquilino. Los mismos platos estaban todavía en los armarios, las almohadas en la cama,
las lámparas en las mesas; Si no volvería, había un poco para el próximo inquilino para
limpiar.
El teléfono sonó mientras estaba parada en la puerta, y volví para atenderlo, pero ya era
tarde. Había dejado el contestador para que atendiera en el primer timbre. Sabía que
llamado iba a oír: Mi vaga explicación que iba a estar fuera por el resto del semestre, y
que mis clases iban a ser canceladas mientras encontraban un reemplazante. No había
una razón dada. Miré el reloj de arriba del televisor. Eran pasadas las ocho de la
mañana. Estaba segura de que sería Curt en el teléfono, habiendo recibido sólo un único
detallado e-mail que le envié la otra noche. Me sentía mal por no cumplir con mi
compromiso, casi como si lo estuviese saltando. Tal vez que este paso, este abandono,
era el preludio de mi siguiente decisión, de mi mayor vergüenza. El pensamiento era
incómodo. Eso me hizo estar poco dispuesta de escuchar el mensaje, pero no estaba
realmente apurada en irme.
Miré alrededor del vacío apartamento una vez más. No tenía la sensación de haber
dejado nada, ninguna apego a esas habitaciones. Tenía el extraño sentimiento que este
mundo-no solo Melanie, sino la entera órbita del planeta-no me querían, no importaba
cuanto mucho lo quisiera. Sólo no podía verme echar raíces aquí. Sonreí con una mueca
al pensamiento de las raíces. Esa sensación era solo una estúpida superstición.
Nunca he tenido un huésped que era capaz de la superstición. Era una interesante
sensación. Como saber que estás vigilada sin poder ser capaz de encontrar al que te
esta mirando.
Cerré la puerta firmemente detrás de mí pero no toqué las obsoletas cerraduras. Nadie
iba a perturbar este lugar solo si volvía o era dado a alguien nuevo.
Sin mirar a la Buscadora, me subí al auto. No había manejado mucho, y tampoco
Melanie, por lo que me hizo poner un poco nerviosa. Pero estaba segura que iba a
acostumbrarme lo suficiente pronto.
“Te estaré esperando en Tucson,” dijo la Buscadora, desde la ventana abierta del
pasajero mientras que encendía el motor.
“No tengo dudas de eso,” murmuré.
Encontré el panel de control de la puerta. Tratando de esconder una sonrisa, pulse el
botón subir el vidrio y vi a ella saltar para atrás.
“Tal vez...” dijo, levantando su voz para casi escucharla entre los ruidos del motor y a
través del vidrio cerrado, “tal vez trate de hacer tu camino. Tal vez te vea en la
carretera”
Ella sonrió y se encogió de hombros.
Ella sólo lo estaba diciendo para hacerme disgustar. Traté de no dejarla ver lo que ella
quería. Enfoqué mis ojos en la carretera y apreté cuidadosamente el freno.
Era suficientemente fácil encontrar el camino y luego seguí las señales que guiaban a
San Diego. Pronto no hubo más signos que seguir, ni caminos equivocados para tomar.
En ocho horas llegaría a Tucson. No era mucho tiempo. Tal vez estaría en la noche en
alguna pequeña ciudad a lo largo del camino. Si estaría segura de que la Buscadora
estaría adelante, esperando impacientemente, en lugar de seguir, una parada sería un
bonito retraso.
Me encontré a mí misma mirándome en el espejo retrovisor seguido, buscando por un
signo de búsqueda. Estaba conduciendo más lento que cualquiera, dispuesta a seguir mi
destino, y los otros autos me pasaban sin pausa. No había caras que reconocía mientras
ellos se movían. No tuve que haber dejado que la burla de la Buscadora me molestara.
Ella claramente no tenía el temperamento para ir a ningún lado despacio.
Todavía... Continuaba mirando por ella.
Había estado al Oeste del océano, norte y sur arriba y abajo de la hermosa costa de
California, pero nunca había estado al este de ninguna distancia. La civilización calló
detrás mío rápido, y pronto estuve rondando en las blancas colinas y rocas que eran
precursoras del vacío desierto.
Fue relajante estar fuera de la civilización, y eso me molestó. No debería encontrar la
soledad acogedora. Las almas eran sociables. Vivíamos y trabajábamos y crecíamos
juntos en armonía. Todos éramos lo mismo: pacíficos, amistosos, honestos. ¿Por qué me
tendría que sentir mejor fuera de los de mi tipo? ¿Era Melanie la que creó este estado?
Busqué por ella, pero sólo la encontré a distancia, soñando en la parte de atrás de mi
cabeza.
Eso era lo mejor desde que ella había empezado a hablar otra vez.
Las millas pasaron rápido. Las oscuras, ásperas rocas y las polvorientas llanuras
cubiertas de malezas volaban en monótona uniformidad. Me di cuenta que estaba
manejando más rápido de lo que pensaba. No había nada para ocupar mi mente aquí,
por eso encontré difícil desistir. Mientras tanto, me preguntaba por qué el desierto era
mucho mas colorido en los recuerdos de Melanie, mucho más forzado. Dejé que mi
mente se conectara con la suya, tratando de mirar que era tan especial sobre ese lugar
vacante.
Pero ella no estaba viendo la escasa, muerta tierra que nos rodeaba. Ella estaba
soñando con otro desierto, acañoneado y rojo, un lugar mágico. Ella no trato de
sacarme. De hecho, parecía como si no estuviese enterada de mi presencia. Me
cuestioné nuevamente lo que significaba ese desprendimiento. No sentí un pensamiento
de ataque. Me sentía como si estaba preparándome para el fin.
Ella estaba viviendo en su lugar feliz de su memoria, como si ella estuviese
despidiéndose. Ese era un lugar que ella me había dejado ver antes.
Había una cabaña, en ingenioso vivienda escondida dentro de un rincón de arenisca roja,
peligrosamente cerca de la línea torrentada. Un lugar improbable, lejos de cualquier
camino o sendero, construido en lo que se parecía un lugar sin sentido.
Un borrascoso lugar, sin nada de conveniencias de la tecnología moderna. Ella se
recordó riendo del fregadero que uno tenía que bombear para que salga el agua.
“Son tuberías fuertes,” dijo Jared, el pliegue entre sus ojos se profundizó, como si sus
cejas estuvieran juntas. Parecía preocupado por mi risa. ¿Estaba asustado de que no me
gustara? “Nada de rastros, ninguna evidencia de que estuvimos aquí.”
“Me encanta,” dije rápido. “Es como una película vieja. Es perfecta.”
La sonrisa que realmente no había dejado su cara-él sonríe incluso en sus sueños-se
agrando.
“Ellos no contaron la peor parte de las películas. Vamos, te voy a mostrar donde está la
letrina.”
Escuché el eco de la risa de Jamie a través del estrecho cañón mientras corría hacia
nosotros. Su pelo negro rebotaba con su cuerpo. Él saltaba todo el tiempo, ese delgado
chico con su piel quemada por el sol. No me había dado cuenta de cuanto habían crecido
sus estrechos hombros que llevaba. Con Jared, el era positivamente alegre. La expresión
ansiosa fue remplazada, convirtiéndose en sonrisas. Los dos más resistentes con lo que
yo les daba crédito.
“¿Quién construyó este lugar?”
“Mi papá y mis hermanos mayores. Los ayudé, o traté, un poco. Mi papá amaba estar
fuera de todo. Y no le importaba mucho los convencionalismos. El nunca se molestó en
encontrar de quién era la tierra que actualmente pertenecía o algunos papeles de
permiso o cualquier cosa de esas.” Jared río, tirando su cabeza hacia atrás. El sol bailaba
arriba de sus reflejos rubios de su cabello. “Oficialmente, este lugar no existe.
Conveniente, ¿no?” Sin poder pensar sobre eso, llegó a mí, y me tomó mi mano.
Mi piel se quemó cuando se reunió con la de él. Se sentí mejor que bien, pero hizo que
apareciera un extraño dolor en mi pecho.
Él siempre me tocaba de esa manera, siempre se parecía que lo necesitaba para
asegurarse a sí mismo que estaba ahí.
¿Se habrá dado cuenta de lo que era eso para mí, la simple presión de su cálida palma
junto a la mía? ¿Hacía que su pulso saltara de sus venas, también? ¿O sólo estaba feliz
de no estar más solo?
Él osciló nuestros brazos mientras caminábamos por debajo de los árboles, sus verdes
tan vívidos contra el rojo que jugaba delante de mis ojos, confundiéndome. Él es feliz
aquí, feliz que en otros lugares. Me sentía feliz, también. El sentimiento es todavía
desconocido.
No me había besado desde la primera noche, cuando estaba asustada, descifrando la
cicatriz de su cuello. ¿Es que no me quería besar de nuevo? ¿Tendría que besarlo yo?
¿Qué pasaría si eso no le gustaba?
Miró hacia abajo hacia mí y me sonrió, sus líneas alrededor de sus ojos se resaltaron.
Me pregunté si el es apuesto como yo pienso que es, o si es sólo que él era la única
persona en todo el mundo que estaba entre Jamie y yo.
No, no pienso que sea eso. Él era realmente hermoso.
“¿En qué estas pensando, Mel?” preguntó. “Parece que te estas concentrando en algo
realmente importante.” Se río.
Me encogí de hombros, y mi estómago se contrajo. “Es muy lindo el lugar.”
Él miró alrededor de nosotros. “Si, pero, ¿Es que los hogares no son siempre hermosos?”
“Hogar.” Repetí rápido. “Hogar.”
“Es tu hogar, también, si tu quieres.”
“Si quiero.” Era como si cada milla que recorrí en tres años los haya hecho para estar en
este lugar. No me quería ir de ahí, pero sabía que tendríamos que hacerlo. La comida no
nace de los árboles. No en el desierto, por lo menos.
Apretó mi mano, y sentí que mi corazón se aceleró. Era como dolor, ese placer.
Había una borrosa sensación de Melanie saltando, sus pensamientos bailaban a través
del caluroso día hasta horas después de que el sol había caído detrás de las paredes del
cañón rojo. Me fui sola, casi hipnotizada por la interminable carretera que se extendía
frente a mí, los esqueléticas malezas volaban con mi nublada mente monótona.
Miré a hurtadillas dentro de una estrecha y pequeña habitación. El tamaño completo del
colchón era sólo de unas pulgadas aproximadas de las ásperas paredes de piedra en
ambos lados.
Ver a Jamie durmiendo en una verdadera cama, su cabeza en una suave almohada,
hacía que sintiera una profunda y abundante alegría.
Sus desgarbados brazos y sus piernas desparramadas, dejándome poca habitación para
mí que quería dormir. Él es mucho más grande en la realidad que como lo veo en mi
cabeza. Casi 10-pronto no va a ser tan chico. Excepto que para mí siempre iba a ser un
niño.
Jamie respiraba regularmente. No había miedo en su sueño, en este momento por lo
menos.
Cerré la puerta sin hacer ruido, y volví al sofá, en donde Jared me esperaba.
“Gracias” susurré, aunque sabía que las palabras no iban a despertar a Jame ahora. “Me
siento mal. Este sofá es muy corto para ti. Tal vez deberías tomar la cama con Jamie.”
Jared ahogó una risa. “Mel, tú eres solo unos pocos centímetros más corta que yo.
Duerme cómoda, por una vez. La próxima vez que esté fuera, voy a robar para mí, una
cama o algo.”
No me gustó eso, por muchas razones. ¿Se iría pronto? ¿Nos llevaría con él cuando se
vaya? ¿Él ve este lugar como una cosa permanente?
Él puso sus brazos alrededor de mis hombros y me arrimó hacia su pecho. Me acerqué a
él, aún cuando el calor de su tacto hizo que mi corazón doliera nuevamente.
“¿Por qué esa cara?” preguntó.
“¿Cuándo vas... cuándo ‘vamos’ a irnos nuevamente?”
Él río. “Carroñaremos lo suficiente en nuestro sitio en donde estamos por unos meses.
Puedo hacer incursiones cortas si te quieres quedar en un lugar por un tiempo. Estoy
seguro de que estas cansada de estar escapando.”
“Si, lo estoy,” asentí. Tomé un gran aliento para ponerme valiente. “Pero si tu vas, yo
voy”
Me abrazó con fuerza. “Voy a admitirlo, me gusta más eso. Pensar que me tendría que
separar de ti...” Él río por lo bajo. “¿Sonaría loco si te digo que preferiría morir? ¿Muy
melodramático?”
“No, se a lo que te refieres.”
Él debe sentir lo que sentir lo que yo siento. ¿Él diría esas cosas si el pensaría en mi
como cualquier otro humano, y no como mujer?
Me di cuenta que esa era la primera vez que habíamos estado realmente solos desde la
noche que nos conocimos-el primer momento que había una puerta entre Jamie
durmiendo y nosotros. Por eso, muchas noches estuvimos despiertos, hablando entre
susurros, contándonos todas nuestras historias, las felices y las peores, siempre con la
cabeza de Jamie en mi regazo. Eso hacía que mi respiración se volviera mas rápido, con
la simple puerta cerrada.
“No pienso que necesites encontrar una cama, no muy pronto.”
Sentí sus ojos en mí, cuestionándome, pero no pude mirarlo. Estaba avergonzada ahora,
demasiado tarde. Las palabras habían salido.
“Estaremos aquí por lo menos hasta que se acabe la comida, no te preocupes. He
dormido en peores condiciones que este sofá.”
“Eso no es lo que quiero decir,” dije, todavía mirando abajo.
“Tú te quedas con la cama, Mel. No estoy bromeando con eso.”
“Eso no es lo que quiero decir tampoco.” Era casi un susurro. “Pienso que la capa es
muy grande para Jamie. Él no crecerá por mucho tiempo. Puede dejar su lado para... ti.”
Hubo una pausa. Quise mirarlo, para leer su expresión en su cara, pero estaba muy
mortificada.
¿Qué pasaría si se disgustara? ¿Esto haría que él quisiera que me vaya?
Sus cálidos dedos levantaron mi barbilla. Mi corazón se detuvo cuando sus ojos me se
encontraron con los míos.
“Mel, yo...” Su cara, por única vez, no sonreía.
Traté de mirar hacia otro lado, pero sostuvo mi barbilla de manera que no pudiese
escapar. ¿Es que él no sentía el fuego entre mi cuerpo y el suyo? ¿Era sólo yo? Me sentía
como el pleno sol entre nosotros-apretándonos como una flor entre las páginas de un
grueso libro, quemando el papel.
¿Se siente como algo más para él? ¿Algo malo?
Después de un momento, su cabeza cambia; Ahora él miraba era el que miraba hacia
otro lado, todavía sosteniéndome la barbilla. Su voz era sosegada. “Tú no me debes
nada, No me debes nada en absoluto.”
Me era difícil tragar. “No estoy diciendo... No estoy diciendo eso por que me siento
obligada. Y... Tú no deberías, tampoco. Olvida lo que dije.”
“Probablemente no, Mel.”
Suspiró, y yo quería desaparecer. Me rendiría perdiendo mi mente ante los invasores si
eso hacía borrar esa enorme metedura de pata. Me transporte al futuro salteando esos
dos minutos del pasado.
Nada.
Jared respiró profundamente. Me miró de soslayo, sus ojos y su mandíbula tensos. “Mel,
esto no tiene que ser así. Sólo porque estamos juntos, sólo porque somos el último
hombre y la última mujer en la tierra...” Luchó por encontrar las palabras, algo que creo
que nunca vi en él antes. “Esto no significa que tengas que hacer algo que tú no quieras.
No soy el tipo de hombre que espera... No tienes que...”
Él parecía muy enojado, todavía mirando hacia otro lado, que me encontré hablando,
aunque sabía desde antes de empezar que era un error. “Eso no era lo que quería decir,”
murmuré. “No estaba hablando de hacerlo, y no creo que seas ‘ese tipo de hombre.’ No.
Por supuesto que no. Es sólo que -”
Es solo que lo amo. Apreté mis dientes antes de que me humillara más a mi misma.
Tendría que morderme la lengua justo ahora antes de que lo arruinara más.
“¿Sólo que...?” preguntó.
Traté de sacudir mi cabeza, pero el todavía sostenía mi barbilla entre sus dedos. “¿Mel?”
Me solté y moví mi cabeza con ferocidad.
Él se inclinó más cerca de mí, y su cara era diferente ahora. Había un nuevo conflicto
que no reconocí en su expresión, e incluso aunque no lo entendía completamente,
borraba la sensación de rechazo que estaba haciendo que mis ojos ardieran.
“¿Podrías hablarme? ¿Por favor?” murmuró. Podía sentir su respiración en mi mejilla, y
me tomó unos segundos antes de poder pensar por completo.
Sus ojos hicieron que me olvidase de que estaba mortificada, y quise no poder hablar
otra vez más.
“Si tuviese que elegir a alguien, a cualquiera, para estar hundidos en un planeta
desierto, serías tú,” susurré. El sol entre nosotros se quemaba con más calor. “Siempre
vas a ser tú. Y no sólo... No sólo hablo por hablar. Cuando me tocas...” Me atreví a
permitir a mis dedos rozar despacio la cálida piel de su brazo, y se sintió como si las
llamas desprendieran de sus extremidades ahora. Apretó su brazo alrededor mío.
¿Sentía el fuego? “No quiero que esto sea un obstáculo.” Quería ser más exacta, pero no
encontré las palabras. Estaba bien. Era suficiente malo tener que admitir esto. “Si no
sientes lo mismo, lo entiendo. Tal vez no sea lo mismo para ti. Está bien.”
Mentía.
“Oh, Mel,” susurró en mi oído, y empujó mi cara para encontrarme con la suya.
Más llamas en sus labios, más feroces que las otras, quemándome. No entendía que
estaba haciendo, pero no me parecía un problema. Sus manos estaban en mi pelo, y mi
corazón estaba a punto de combustionarse. No podía respirar. No quería respirar.
Pero sus labios se movieron a mi oreja, y el sostuvo mi cara cuando traté de seguirlos
otra vez.
“Fue un milagro-más que un milagro-cuando te encontré, Melanie. En este momento, si
tuviese la oportunidad de volver el mundo a la normalidad y tenerte a ti, no sería capaz
de dejarte. No para salvar a cinco billones de vidas.”
“Eso está mal.”
“Muy mal pero muy cierto.”
“Jared,” suspiré. Traté de buscar sus labios otra vez, pero el me tiro hacia atrás, viendo
que el tenía algo que decir. ¿Qué más podría haber?
“Pero...”
“¿Pero?” ¿Como podría haber un pero? ¿Qué posibilidad había de seguir con todo ese
fuego si empezaba con un pero?
“Pero tienes diecisiete, Melanie. Y yo tengo veintiséis.”
“¿Y qué tendría que significar eso?”
Él no respondió. Sus manos se derramaron por mis brazos lentamente, doliéndome con
fuego.
“Tienes que estar bromeando.” Me incliné de nuevo para buscar su cara. “¿Vas a estar
preocupado por los convencionalismos cuando estamos en el fin del mundo?”
Tragó sonoramente antes de hablar. “Más convencionalismo hay por esa razón, Mel. Me
voy a sentir como una mala persona, alguien que toma ventaja. Eres muy joven.”
“Ahora ya nadie es joven. Cualquiera que haya sobrevivido todo este tiempo es
anciano.”
Hubo una sonrisa torcida en su boca. “Tal vez tengas razón. Pero no es algo que
tengamos que precipitarnos.”
“¿Que esperamos?” demandé.
Él dudó por un momento, pensando.
“Bueno, por una cosa, hay algunos.... problemas que considerar.”
Me pregunté si sólo estaba buscando una distracción, tratando de evadir. Así era como
se sentía. Levanté una ceja. No podía creer el cambio de la conversación que se había
hecho. Si realmente me quería, esto no tenía sentido.
“Mira,” explicó dudando. Debajo del intenso bronceado dorado de su piel, parecía como
si tal vez estuviera ruborizándose. “Cuando vine a este lugar, no lo había planeado
mucho para... invitados. Lo que quiero decir es...” Lo demás vino precipitado. “Traer a
alguien a este mundo es la última cosa que tengo en mente.”
Sentí mi frente llenarse de arrugas. “Oh.”
La sonrisa desapareció de su cara, y por un corto segundo un momento de ira que nunca
le había visto antes. Hizo que luzca peligroso de una manera que nunca pensé que
podría llegar a ser. “Este no es el tipo de mundo que quiera para traer a un niño.”
Las palabras me hundieron, y me encogí al pensar en un pequeño, inocente bebé
abriendo sus ojos en este lugar. Es lo suficientemente malo mirando los ojos de Jamie,
sabiendo qué vida tendría que construir, incluso en las mejores circunstancias posibles.
Jared es de repente Jared devuelta. Su piel alrededor de sus ojos se arrugó. “Además,
tenemos un montón de tiempo para... pensar acerca de esto.” Evadiendo otra vez,
supuse. “¿No te das cuenta cuánto, cuán poco tiempo estuvimos juntos? Son sólo cuatro
semanas desde que nos encontramos.” Eso me pisó. “No puede ser.”
“Veintinueve días. Estoy contando.”
Pensé otra vez. No era posible que haya sido veintinueve días desde que Jared cambió
nuestras vidas. Se parece como si hubiésemos estado con Jared todo el tiempo desde
que estuvimos solos. Dos o tres años, tal vez.
“Tenemos tiempo.” Dijo Jared una vez más.
Un pánico abrupto, como una premonición de advertencia, hizo imposible dejarme hablar
por un largo momento. Él miró el cambio de mi cara con los ojos preocupados.
“No sabes eso.” La desesperación se sofocó cuando él me abrazó. “No puedes saber
cuánto tiempo tenemos. No sabes si tendríamos que contar en meses o en días o en
horas.”
Se río con una calida risa, tocando con sus labios el tenso lugar en donde mis cejas
estaban juntas.
“No te preocupes, Mel. Los milagros no funcionan de esa manera. Nunca te voy a
perder. Nunca voy a dejar que te alejen de mí.”
Ella me trajo devuelta al presente-a la delgada cinta de la carretera a través del desierto
de Arizona, debajo del fuerte sol del mediodía-sin mi elección de volver. Vi el vacío lugar
delante y sentí el vacío lugar dentro de mí.
Su pensamiento suspiró ligeramente en mi cabeza: Nunca se sabe cuánto tiempo tienes.
Las lágrimas que estaba llorando pertenecían a las dos.

La huesped


Esta es la portada de la huesped en ingles, no se a lo mejor la cambia, pero en principio es esta.

La huesped-the host-7º capitulo

Capítulo 7 - Confrontada
“¿Sí, Faces Sunward?” dije, agradecida de que la mano levantada interrumpiera mi
conferencia.
No me sentía tan cómoda detrás del atril como solía hacer. Mi mayor fuerza, mi único y
verdadero credencial-mi cuerpo de huésped había recibido poca enseñanza convencional,
rápidamente desde su temprana adolescencia, era la experiencia personal desde la que
solía enseñar. Esta era la primera historia del mundo que había presentado este
semestre y no tenía de qué echar mano. Estaba segura de que mis alumnos estaban
padeciendo la diferencia.
“Siento interrumpir, pero…” el hombre de peno canoso hizo una pausa, luchando para
plantear la pregunta. “No estoy seguro de entenderlo. ¿Los Probadores de Fuego
realmente… injerían el humo de las Flores Andantes quemadas? ¿Cómo alimento?”
intentó reprimir el horror en su tono.
Un alma no era quién para juzgar a otra alma. Pero yo no estaba sorprendida, dada su
experiencia en el Planeta de las Flores, de su violenta reacción por el destino de una
forma de vida similar en otro mundo.
Siempre me resultaba asombroso cómo algunas almas se encerraban a sí mismas en los
asuntos de cualquier mundo que hubieran habitado e ignoraban al resto del universo.
Pero, para ser justos, quizá Faces Sunward había estado hibernando cuando el Mundo
del Fuego se dio a conocer.
“Sí, recibían los nutrientes esenciales de este humo. Y ahí reside el dilema fundamental
y la controversia del Mundo del fuego, y la razón por la que el planeta no ha sido
cerrado, a pesar de que haya habido tiempo de sobra para probarlo. También hay un
alto porcentaje de traslado.”
>>Cuando se descubrió el Mundo del Fuego, se pensó al principio que las especies
dominantes, los Probadores de Fuego, eran las únicas formas de vida inteligente. Los
Probadores de Fuego no consideraban a las Flores Andantes como sus iguales (un
prejuicio cultural), así que pasó un tiempo, incluso después de la primera ola de
colonización, hasta que las almas se dieron cuenta de que estaban asesinando a
criaturas inteligentes. Desde entonces, los científicos del Mundo del Fuego han centrado
sus esfuerzos en tratar de encontrar un remplazo para las necesidades dietéticas de los
Probadores de Fuego. Se están transportando allí arañas para ayudar, pero los planetas
están a cientos de años luz. Cuando se venza este obstáculo, y estoy segura de que será
pronto, se espera que las Flores Andantes puedan ser también asimiladas. De momento,
se ha quitado la mayor parte de la brutalidad de la ecuación. La, humm… parte que de
quemar seres vivos, por supuesto, y otros aspectos también.”
“¿Cómo pueden…?” Faces Sunward fue bajando el tono, incapaz de terminar la frase.
Otra voz completó el pensamiento de Faces Sunward.
“Parece un ecosistema muy cruel. ¿Por qué no se abandonó el planeta?”
“Naturalmente, ya se ha discutido sobre eso, Robert. Pero nosotros no abandonamos los
planetas a la ligera. Hay muchas almas para las que el Mundo de Fuego es su hogar. No
se les hará abandonar su hogar contra su voluntad.” Miré ausente mis notas, dando por
terminada la discusión.
“¡Pero es brutal!”
Robert era físicamente más joven que el resto de estudiantes; de hecho, se acercaba
más a mi edad que ningún otro. Y en verdad era un niño en un sentido más importante.
La Tierra era su primer mundo (la Madre, en este caso, había sido también una
habitante de la Tierra, antes de entregarse) y no parecía tener tanta perspectiva como
las almas mayores y más viajadas. Me pregunté cómo sería nacer en la insoportable
sensación y emoción de estos huéspedes sin ninguna experiencia anterior para hace
balance. Sería difícil encontrar objetividad. Intenté recordar eso y ser especialmente
paciente cuando le respondí.
“Cada mundo es una experiencia única. Si uno no ha vivido en ese mundo, es imposible
comprenderlo de verdad.”
“Pero usted nunca ha vivido en el Mundo del Fuego – me interrumpió. – Debe haber
sentido lo mismo… A no ser que tuviera usted alguna otra razón para no ir a ese planeta.
Ha estado en muchos otros lugares.”
“Elegir un planeta es una decisión muy personal y privada, Robert, como algún día
comprobarás – mi tono cortó totalmente el tema.”
¿Por qué no se lo dices? En realidad, piensas que es brutal, cruel e incorrecto. Lo que es
bastante irónico, si quieres saber mi opinión-aunque nunca quieres-¿Dónde está el
problema? ¿Te avergüenzas de estar de acuerdo con Robert? ¿Porque él es más humano
que los demás?
Melanie, que había encontrado su voz, se había vuelto totalmente insoportable. ¿Cómo
se suponía que iba a concentrarme en el trabajo con sus comentarios sonando en mi
cabeza todo el tiempo?
En el asiento detrás de Robert, una oscura sombra se movió. La Buscadora, vestida de
su habitual negro, se inclinó hacia delante, prestando atención por primera vez a la
discusión. Resistí el impulso de fruncirle el ceño. No quería que Robert, todavía
incómodo, se confundiera y pensara que lo hacía por él. Melanie refunfuñó. Ella quería
que no me resistiera. Tener a la Buscadora acechándonos a cada paso había sido
educativo para Melanie; ella creía que no podría odiar a nada ni a nadie más de lo que
me odiaba a mí.
“Casi se nos ha acabado el tiempo.” anuncié con alivio. “Me complace informaros de que
tendremos un conferenciante invitado el próximo martes, que podrá compensar mi
ignorancia en este asunto. Flame Tender, una reciente adquisición para nuestro planeta,
estará aquí para darnos una versión más personal de la colonización del Mundo de
Fuego. Sé que le brindaréis la misma cortesía que me brindáis a mí, y seréis respetuosos
con la corta edad de su huésped. Gracias por vuestro tiempo.”
La clase empezó a salir lentamente, muchos de los estudiantes se quedaban rezagados
hablando con otros compañeros mientras recogían sus cosas. Me vino a la mente lo que
Kathy me había contado sobre las relaciones de amistad, pero yo no deseaba hacerme
amiga de ellos. Eran extraños. ¿Era así como me sentía? ¿O era como se sentía Melanie?
Era muy difícil de decir. Puede que yo fuera de naturaleza antisocial. Mi historia personal
apoyaba esa teoría, supongo. Nunca había sentido un cariño lo suficientemente fuerte
como para que permaneciera en un planeta durante más de una vida. Me di cuenta de
que Robert y Faces Sunward se paraban en la puerta, inmersos en una discusión que
parecía intensa. Podía adivinar el tema.
“Las historias sobre el Mundo de Fuego ponen los pelos de punta.” Comencé a decir
levemente.
La buscadora estaba a mi lado. Normalmente, anunciaba su acercamiento con los golpes
de sus duros zapatos. Bajé la vista para ver que llevaba puestas unas zapatillas
deportivas por primera vez-negras, por supuesto. Era aún más diminuta sin los
centímetros de más.
“Éste no es mi tema favorito,” dije con voz suave. “Prefiero tener experiencia de primera
mano para compartir.
“Reacciones fuertes por parte de la clase.”
“Sí.”
Me miró expectante, como si estuviera esperando algo más. Guardé mis notas y me
volví para meterlas en el bolso.
“Parecía que tú también reaccionas.”
Puse mis notas en el bolso cuidadosamente, sin girarme.
“Me preguntaba por qué no respondiste a la pregunta.”
Hubo una pausa, mientras ella esperaba a que contestara. No lo hice.
“Bueno, ¿por qué no contestaste a la pregunta?”
Me di la vuelta, sin ocultar la impaciencia en mi rostro.
“Porque no era pertinente para la lección, porque Robert necesita aprender maneras, y
porque éste no es el trabajo de nadie más.”
Me colgué el bolso del hombro y me dirigí hacia la puerta. Ella permaneció a mi altura,
acelerando para seguir el ritmo de mis piernas, más largas que las suyas. Bajamos al
vestíbulo en silencio. No fue hasta que estuvimos fuera, donde el sol de la tarde
iluminaba las motas de polvo en el aire salado, que volvió a hablar.
“¿Crees que alguna vez te asentarás, Wanderer? ¿En este planeta, quizás? Parece que
tienes afinidad con sus… sentimientos.”
Me molestó el insulto implícito en su tono. No estaba segura de qué manera me había
insultado, pero estaba claro que lo había hecho. Melanie se agitó resentida.
“No estoy segura de lo que quieres decir.”
“Dime algo, Wanderer. ¿Te compadeces de ellos?”
“¿De quién?” pregunté inexpresivamente. “¿De las Flores Andantes?”
“No, de los humanos.”
Dejé de andar, y ella se paró a mi lado. Estábamos a unas pocas calles de mi
apartamento, y yo me había apresurado, esperando poder deshacerme de ella, pero
parecía que no, se había auto invitado a venir. Pero su pregunta me pilló por sorpresa.
“¿De los humanos?”
“Sí. ¿Te compadeces de ellos?”
“¿Tú no?”
“No. Eran una raza absolutamente cruel. Fueron afortunados de sobrevivir los unos a los
otros durante todo ese tiempo.”
“No todos eran malos.”
“Tenían una predisposición genética a serlo. La crueldad formaba parte de su especie.
Pero tú los compadeces, según parece.”
“Eso es mucho para perder, ¿no crees?” gesticulé a nuestro alrededor. Estábamos en
una especie de parque entre dos residencias de es estudiantes cubiertas de hiedra. El
verde profundo de la hiedra era agradable a la vista, especialmente en contraste con el
rojo descolorido de los viejos ladrillos. El aire era dorado y suave, y el olor del océano le
dio un toque salado a la fragancia dulce de la miel de las flores de los arbustos. La brisa
acarició la piel desnuda de mis brazos.
“En tus otras vidas, no has podido sentir algo tan vívido. ¿No compadeces a los seres de
quienes has tomado esto?” Su expresión permaneció inescrutable, impasible.
Intenté hacerla involucrarse, llevarla a considerar otro punto de vista.
“¿En qué otros mundos has vivido?”
Vaciló, pero luego cuadró sus hombros.
“En ninguno. Sólo he vivido en la Tierra.”
Eso me sorprendió. Era tan niña como Robert.
“¿Sólo un planeta? ¿Y escogiste ser Buscadora en tu primera vida?”
Asintió una vez, moviendo la barbilla.
“Vale. Bueno, es asunto tuyo.” Comencé a andar de nuevo. Tal vez, si respetaba su
privacidad, ella haría lo mismo conmigo.
“He hablado con tu Consoladora.”
O tal vez no, pensó Melanie amargamente.
“¿Qué?” exclamé.
“He averiguado que estás teniendo más problemas que aparte de no poder acceder a la
información que necesito. ¿Has considerado intentarlo en otro huésped más flexible? Ella
te lo sugirió, ¿no?”
“¡Kathy no te diría nada a ti!”
La cara de la Buscadora era de satisfacción.
“Ella no tuvo que contestarme. Soy muy buena leyendo expresiones faciales humanas.
Sé cuándo mis preguntas dan en el clavo.”
“¿Quién te dio permiso? La relación entre un alma y su Coordinadora…”
“Es sacrosanta, sí. Me sé la teoría. Pero el término aceptable de investigación no parece
funcionar en tu caso. Tengo que ser creativa.”
“¿Crees que te escondo algo?” pregunté, demasiado enfadada para controlar la
repugnancia en mi voz. “¿Crees que se lo he contado a mi Coordinadora?”
Mi rabia no la achantó. Quizás, dada su extraña personalidad, ya había tenido que
enfrentarse a reacciones como la mía.
“No. Creo que me has contado lo que sabes… Pero no creo que estés haciéndolo tan bien
como podrías hacerlo. He visto esto antes. Estás sintiendo cierta empatía por tu
huésped. Inconscientemente, estás dejando que sus recuerdos se conviertan en tus
deseos. Probablemente sea tarde para ponerle remedio. Creo que estarías más cómoda
trasladándote a otro huésped. Quizás alguien tenga mejor suerte que tú con ella.”
“¡JA!” grité. “Melanie se lo comería vivo.”
Su expresión se congeló.
Ella no tenía ni idea, no importaba lo que pensara que había descubierto gracias a Kathy.
Ella pensaba que la influencia de Melanie provenía de su memoria, que era algo
inconsciente.
“Me parece muy interesante que hables de ella en presente.”
Ignoré aquello, intentando fingir que no había metido la pata.
“Si crees que alguien tendría mejor suerte que yo penetrando en sus secretos, estás
equivocada.”
“Sólo hay una forma de saberlo.”
“¿Tienes a alguien en la mente?” pregunté con la voz llena de aversión.
Sonrió abiertamente.
“He conseguido permiso para intentarlo. No debe faltar mucho. Van a sacarme de mi
huésped.”
Tuve que respirar profundamente. Estaba temblando, y Melanie estaba tan llena de odio
que no le salían las palabras.
La idea de tener a la Buscadora dentro de mí, aunque supiera que yo no estaría ahí, era
tan repugnante que sentí que me venía de nuevo la náusea de la última semana.
“Es una pena para tu investigación que yo no sea una Skipper.”
Los ojos de la Buscadora se estrecharon.
“Bueno, probablemente eso hará que el intercambio se alargue. La historia nunca me ha
interesado mucho, pero ahora parece que voy a tener que tragarme un curso entero.”
“Acabas de decir que es probable que ya sea demasiado tarde para intentar sacar algo
más de su memoria.” Le recordé, luchando por calmar mi voz “¿Por qué no vuelves a
donde pertenezcas?”
Se encogió y mostró una apretada sonrisa.
“Estoy segura de que es muy tarde… para la información voluntaria. Pero si no cooperas,
ella me llevará hasta ellos.”
“¿Te llevará?”
“Cuando ella tome todo el control, y tú no eres mejor que el débil ése, que un día fue
Racing Song, y ahora es Kevin. ¿Lo recuerdas? ¿El que atacó al Curandero?”
Fijé mi vista en ella, con los ojos muy abiertos, las aletas de mi nariz abiertas.
“Sí, probablemente sólo sea cuestión de tiempo. Tu Coordinadora no te mostró las
estadísticas, ¿verdad? Bueno, aunque lo hubiera hecho, ella no tendría la última
información a la que hemos accedido. El porcentaje de éxito a largo plazo para
situaciones como la tuya-en la que un huésped humano empieza a resistirse-está por
debajo del veinte por ciento. ¿Sabías que eran tan malas? Están cambiando la
información que les dan a los colonos potenciales. No se ofrecerán más huéspedes
adultos. Los riesgos son demasiado grandes. Estamos perdiendo almas. No pasará
mucho tiempo antes de que ella te hable, hable a través de ti, controle tus decisiones.”
No me moví ni un centímetro, ni relajé ningún músculo. La Buscadora se inclinó,
acercando su cara a la mía. Su voz se volvió baja y suave, en un intento de resultar
persuasiva.
“¿Eso es lo que quieres, Wanderer? ¿Perder? ¿Desvanecerte, borrada por otra
conciencia? ¿No ser más que el cuerpo de un huésped?”
Se me cortó la respiración.
“Sólo irá a peor. No serás tú nunca más. Te vencerá, y tú desaparecerás. Puede que
alguien intervenga… Puede que te trasladen como hicieron con Kevin. Y te convertirás en
una niña llamada Melanie a la que le gusta juguetear con coches más que componer
música. O lo que sea que ella haga.”
“¿Las probabilidades de éxito están por debajo del 20%?” Susurré.
Afirmó con la cabeza, intentando reprimir una sonrisa.
“Te estás perdiendo a ti misma, Wanderer. Todos los mundos que has visto, todas las
experiencias que has vivido, habrán sido en vano. Observé en tus archivos que tienes
capacidad para la Maternidad. Si te entregaras a ser madre, no estaría todo malgastado.
¿Por qué te desperdicias a ti misma? ¿Has considerado la maternidad?”
Me alejé de ella, ruborizándome.
“Lo siento” refunfuñó, enrojeciendo también. “Eso ha sido una falta de educación. Olvida
que lo he dicho.”
“Me voy a casa. No me sigas.”
“Tengo que hacerlo, Wanderer. Es mi trabajo.”
“¿Por qué te preocupas tanto por un puñado de humanos? ¿Por qué? ¿Cómo sigues
justificando tu trabajo? ¡Hemos ganado! ¡Ya es hora de que te unas a la sociedad y
hagas algo productivo!”
Mis preguntas, mis acusaciones implícitas, no la alteraron.
“En cualquier lugar en el que sus márgenes tocan los nuestros, hay muerte.” Dijo las
palabras pacíficamente, y por un momento vislumbré a una persona diferente en su
rostro. Me sorprendí cuando me di cuenta de que ella creía profundamente en lo que ella
misma había dicho. Una parte de mí había supuesto que había elegido ser buscadora
porque ansiaba ilícitamente la violencia. “Incluso si un alma se pierde en tu Jared o tu
Jamie, esa alma será demasiado. Hasta que haya una paz total en este planeta, mi
trabajo estará justificado. Mientras que haya Jareds vivos, soy necesaria para proteger
nuestra especie. Mientras haya Melanies dirigiendo a las almas, dominándolas…”
Le di la espalda y me dirigí a mi apartamento a grandes zancadas, por lo que tendría que
correr si ella quisiera continuar.
“¡No te pierdas a ti misma, Wanderer!” Dijo detrás de mí. “¡Se te acaba el tiempo!”
paró, y entonces gritó más alto. “¡Avísame cuando tenga que empezar a llamarte
Melanie!”
Su voz se fue apagando mientras aumentaba la distancia entre nosotras. Yo sabía que
ella seguiría a su ritmo. Esta última incómoda semana-viendo su cara en la parte de
atrás de cada clase, escuchando sus pasos detrás de mí cuando caminaba cada día-no
era nada comparado con lo que estaba por venir. Ella iba a hacer de mi vida una miseria.
Sentía como si Melanie estuviera revolviéndose violentamente contra las pareces
internas de mi cráneo.
Vamos a enlatarla. Diles a tus superiores que ha hecho algo inaceptable. Que nos ha
agredido. Es su palabra contra la nuestra.
En un mundo humano, le recordé, casi triste de no poder tener acceso a ese recurso
humano. No hay superiores en ese sentido. Todos trabajan juntos como iguales. Hay
algunos que buscan la información y la dan, para mantener la información organizada, y
consejos que toman decisiones sobre la información, pero no la sacarán del puesto que
ha elegido. Verás, funciona como…
¿Qué importa cómo funciona si no nos va a ayudar? Ya sé, ¡entonces matémosla! La
imagen gratuita de mis manos enroscándose alrededor del cuello de la Buscadora llenó
mi cabeza.
Este tipo de cosas son los motivos por los que este lugar está mejor a cargo de mi
especie. No insistas. Disfrutarías de eso tanto como yo. La imagen volvió, la cara de la
Buscadora volviéndose azul en nuestra imaginación, pero esta vez la acompañó una
feroz ola de placer.
Ésa eres tú, no yo. Mi declaración era verdad; la imagen me ponía enferma. Pero estaba
peligrosamente cerca de ser falsa. Disfrutaría muchísimo de no volver a ver nunca a la
Buscadora.
¿Qué hacemos ahora? Yo no me rindo. Tú no te rindes. ¡Y esa maldita Buscadora está
absolutamente segura de que no se va a rendir!
No le contesté. No tenía ninguna respuesta preparada. Mi cabeza se quedó en silencio
durante un breve momento. Era agradable. Lamentaba que el silencio no fuera durar
mucho. Pero sólo había una manera de comprar mi paz. ¿Estaba dispuesta a pagar el
precio? ¿Me quedaba alguna otra opción?
Melanie se calmó lentamente. Para cuando atravesé a la puerta delantera, cerrando tras
de mí los cerrojos que nunca antes había cerrado-los artefactos humanos no tenían lugar
en un mundo pacífico, sus pensamientos eran contemplativos.
Nunca había pensado en cómo habéis hecho continuar la especie. No sabía que era así.
Nosotros nos lo tomamos muy en serio, como puedes imaginar. Gracias por tu interés.
No se molestó por la enorme carga de ironía que llevaban mis pensamientos.
Ella todavía reflexionaba sobre este descubrimiento mientras yo encendía el ordenador y
empezaba a buscar vuelos en avión. Fue un segundo antes de que ella se diera cuenta
de lo que estaba haciendo.
¿A dónde vamos? El pensamiento contenía una nota de pánico. Sentí su conciencia
comenzar a merodear por mi cabeza, su toque, como un suave cepillo de plumas,
buscando algo que le estaba ocultando.
Decidí ahorrarle la búsqueda.
Me voy a Chicago.
Ahora había más que una simple nota de pánico en su voz.
¿Por qué?
Voy a ver al Curandero. No confío en ella. Quiero hablar con él antes de tomar mi
decisión.
Hubo un breve silencio antes de que ella volviera a hablar.
¿La decisión de matarme?
Sí,