lunes, 29 de diciembre de 2008

La huesped-the host-8º capitulo

Capítulo 8 - Amada
“¿Tienes miedo a volar?” la voz de la buscadora estaba llena de incredulidad con algo de
burla. “¿Tú viajaste a través del profundo espacio por ocho veces y tienes miedo a tomar
un avión a Tucson, Arizona?”
“Primero que nada, no tengo miedo. Segundo, cuando viajé a través del profundo
espacio no estaba exactamente consciente en donde estaba, ya que estaba en una
cámara de hibernación. Y tercero, este huésped tiende a marearse en los aviones.”
La buscadora rodó sus ojos en disgusto. “¡Entonces toma alguna medicina! ¿Qué
hubieses hecho si el Curandero Fords no se hubiese transferido a Saint Mary’s?
¿Hubieses conducido hasta Chicago?”
“No. Pero como hasta ahora la opción de manejar es razonable, la voy a tomar. Va a ser
bueno ver un pequeño trozo más de este mundo. El desierto podría ser impresionante -”
“El desierto es muy aburrido.”
“-y no tengo ningún apuro. Tengo muchas cosas en que pensar no obstante, y voy a
apreciar un poco de tiempo asolas.” La miré apuntándola mientras remarcaba la última
palabra.
“No entiendo el punto en ir a visitar al viejo Curandero de todas formas. Hay muchos
Curanderos competentes por aquí.”
“Estoy mas cómoda con el Curandero Fords. Él tiene experiencia en esto, y no confío en
que yo tenga toda la información que necesito.” Le di otra mirada significante.
“No tienes tiempo para no apurarte, Wanderer. Reconozco los signos.”
“Perdóname si no considero tu información imparcial. Sé lo suficiente del
comportamiento humano para reconocer los signos de la manipulación.”
Ella me frunció el ceño.
Estaba cargando mi auto rentado con algunas cosas que planeé utilizar para mí. Tenía
suficientes ropas para ir una semana entre lavados, y las básicas necesidades higiénicas.
Aunque no traía mucho, estaba dejando mucho menos detrás. He estado acumulando
muy pocas pertenencias personales en mi tiempo. Después de todos esos meses en ese
pequeño departamento, las paredes todavía estaban al descubierto, las estanterías
vacías. Tal vez nunca había pensado en estar aquí.
La Buscadora se había plantado en la acera en frente de mi entrada principal,
asaltándome con despreciativas preguntas y comentarios cuando la estaba apenas
escuchando. Al menos estaba segura que creía que ella era muy impaciente para
buscarme en la carretera. Ella prefería tomar un avión hasta Tucson, justo cuando ella
estaba deseando de avergonzarme para que haga lo mismo. Fue un gran alivio. Me
imaginaba a ella uniéndose todo el tiempo que paraba a cenar, revoloteándome en los
baños de las paradas, sus exhaustivas inquisiciones esperando por mí en vehículo
pausado por un semáforo. Me estremecí ante el pensamiento. Si el nuevo cuerpo
significa liberarme de la Buscadora... bueno, eso era un gran aliento.
No tenía otra opción, tampoco. Podía abandonar todo este mundo como un fracaso y
moverme al décimo planeta. Podía trabajar para olvidar toda esta experiencia. La tierra
podía ser sólo una pequeña centella en mi otro impecable record.
¿Pero dónde iría? ¿A un planeta donde ya tenía experiencia? El Mundo Cantante fue uno
de mis favoritos, ¿pero para renunciar a esta insensata escena? El planeta de las Flores
fue encantador... Todavía la base de clorofila como una forma de vivir tenía muy pocos
rangos de emoción. Se siente insoportablemente lento después de estar en el lugar de
los humanos.
¿Un nuevo planeta? Había una reciente adquisición-aquí en la tierra lo llamaban nuevos
huéspedes Delfines por falta de una mejor comparación, aunque ellos se asemejaban
más a libélulas más que los mamíferos marinos. Una especie muy desarrollada, y
ciertamente móviles, pero después de mi larga estadía en las Algas Marinas, el
pensamiento de otro planeta de agua me repugnaba.
No, todavía había tanto en este planeta que no había experimentado. En ningún lugar
que conozco del universo me llamaron más fuerte que esta sombría, pequeña y verde
patio en esta silenciosa calle.
O resistir al atractivo cielo vacío del desierto, el cual he visto sólo en las memorias de
Melanie.
Melanie no opinó sobre mis opiniones. Ella había estado muy callada desde que tomé la
decisión de encontrar a Fords Deep Waters, mi primer Consolador. No estaba segura de
lo que significaba eso. ¿Estaba tratando de parecer menos peligrosa, menos para cargar?
¿Se estaba preparando a ella misma para la invasión de la Buscadora? ¿Para morir? ¿O
se estaba preparando para enfrentarme? ¿Para sacarme del cuerpo? Cualquiera que sea
su plan, ella se guardaba distante. Ella estaba apagada, en la parte de atrás de mi
cabeza.
Hice mi última mirada dentro, buscando de que no me haya olvidando de nada. El
apartamento se veía vacío. Había sólo los básicos muebles dejados por el anterior
inquilino. Los mismos platos estaban todavía en los armarios, las almohadas en la cama,
las lámparas en las mesas; Si no volvería, había un poco para el próximo inquilino para
limpiar.
El teléfono sonó mientras estaba parada en la puerta, y volví para atenderlo, pero ya era
tarde. Había dejado el contestador para que atendiera en el primer timbre. Sabía que
llamado iba a oír: Mi vaga explicación que iba a estar fuera por el resto del semestre, y
que mis clases iban a ser canceladas mientras encontraban un reemplazante. No había
una razón dada. Miré el reloj de arriba del televisor. Eran pasadas las ocho de la
mañana. Estaba segura de que sería Curt en el teléfono, habiendo recibido sólo un único
detallado e-mail que le envié la otra noche. Me sentía mal por no cumplir con mi
compromiso, casi como si lo estuviese saltando. Tal vez que este paso, este abandono,
era el preludio de mi siguiente decisión, de mi mayor vergüenza. El pensamiento era
incómodo. Eso me hizo estar poco dispuesta de escuchar el mensaje, pero no estaba
realmente apurada en irme.
Miré alrededor del vacío apartamento una vez más. No tenía la sensación de haber
dejado nada, ninguna apego a esas habitaciones. Tenía el extraño sentimiento que este
mundo-no solo Melanie, sino la entera órbita del planeta-no me querían, no importaba
cuanto mucho lo quisiera. Sólo no podía verme echar raíces aquí. Sonreí con una mueca
al pensamiento de las raíces. Esa sensación era solo una estúpida superstición.
Nunca he tenido un huésped que era capaz de la superstición. Era una interesante
sensación. Como saber que estás vigilada sin poder ser capaz de encontrar al que te
esta mirando.
Cerré la puerta firmemente detrás de mí pero no toqué las obsoletas cerraduras. Nadie
iba a perturbar este lugar solo si volvía o era dado a alguien nuevo.
Sin mirar a la Buscadora, me subí al auto. No había manejado mucho, y tampoco
Melanie, por lo que me hizo poner un poco nerviosa. Pero estaba segura que iba a
acostumbrarme lo suficiente pronto.
“Te estaré esperando en Tucson,” dijo la Buscadora, desde la ventana abierta del
pasajero mientras que encendía el motor.
“No tengo dudas de eso,” murmuré.
Encontré el panel de control de la puerta. Tratando de esconder una sonrisa, pulse el
botón subir el vidrio y vi a ella saltar para atrás.
“Tal vez...” dijo, levantando su voz para casi escucharla entre los ruidos del motor y a
través del vidrio cerrado, “tal vez trate de hacer tu camino. Tal vez te vea en la
carretera”
Ella sonrió y se encogió de hombros.
Ella sólo lo estaba diciendo para hacerme disgustar. Traté de no dejarla ver lo que ella
quería. Enfoqué mis ojos en la carretera y apreté cuidadosamente el freno.
Era suficientemente fácil encontrar el camino y luego seguí las señales que guiaban a
San Diego. Pronto no hubo más signos que seguir, ni caminos equivocados para tomar.
En ocho horas llegaría a Tucson. No era mucho tiempo. Tal vez estaría en la noche en
alguna pequeña ciudad a lo largo del camino. Si estaría segura de que la Buscadora
estaría adelante, esperando impacientemente, en lugar de seguir, una parada sería un
bonito retraso.
Me encontré a mí misma mirándome en el espejo retrovisor seguido, buscando por un
signo de búsqueda. Estaba conduciendo más lento que cualquiera, dispuesta a seguir mi
destino, y los otros autos me pasaban sin pausa. No había caras que reconocía mientras
ellos se movían. No tuve que haber dejado que la burla de la Buscadora me molestara.
Ella claramente no tenía el temperamento para ir a ningún lado despacio.
Todavía... Continuaba mirando por ella.
Había estado al Oeste del océano, norte y sur arriba y abajo de la hermosa costa de
California, pero nunca había estado al este de ninguna distancia. La civilización calló
detrás mío rápido, y pronto estuve rondando en las blancas colinas y rocas que eran
precursoras del vacío desierto.
Fue relajante estar fuera de la civilización, y eso me molestó. No debería encontrar la
soledad acogedora. Las almas eran sociables. Vivíamos y trabajábamos y crecíamos
juntos en armonía. Todos éramos lo mismo: pacíficos, amistosos, honestos. ¿Por qué me
tendría que sentir mejor fuera de los de mi tipo? ¿Era Melanie la que creó este estado?
Busqué por ella, pero sólo la encontré a distancia, soñando en la parte de atrás de mi
cabeza.
Eso era lo mejor desde que ella había empezado a hablar otra vez.
Las millas pasaron rápido. Las oscuras, ásperas rocas y las polvorientas llanuras
cubiertas de malezas volaban en monótona uniformidad. Me di cuenta que estaba
manejando más rápido de lo que pensaba. No había nada para ocupar mi mente aquí,
por eso encontré difícil desistir. Mientras tanto, me preguntaba por qué el desierto era
mucho mas colorido en los recuerdos de Melanie, mucho más forzado. Dejé que mi
mente se conectara con la suya, tratando de mirar que era tan especial sobre ese lugar
vacante.
Pero ella no estaba viendo la escasa, muerta tierra que nos rodeaba. Ella estaba
soñando con otro desierto, acañoneado y rojo, un lugar mágico. Ella no trato de
sacarme. De hecho, parecía como si no estuviese enterada de mi presencia. Me
cuestioné nuevamente lo que significaba ese desprendimiento. No sentí un pensamiento
de ataque. Me sentía como si estaba preparándome para el fin.
Ella estaba viviendo en su lugar feliz de su memoria, como si ella estuviese
despidiéndose. Ese era un lugar que ella me había dejado ver antes.
Había una cabaña, en ingenioso vivienda escondida dentro de un rincón de arenisca roja,
peligrosamente cerca de la línea torrentada. Un lugar improbable, lejos de cualquier
camino o sendero, construido en lo que se parecía un lugar sin sentido.
Un borrascoso lugar, sin nada de conveniencias de la tecnología moderna. Ella se
recordó riendo del fregadero que uno tenía que bombear para que salga el agua.
“Son tuberías fuertes,” dijo Jared, el pliegue entre sus ojos se profundizó, como si sus
cejas estuvieran juntas. Parecía preocupado por mi risa. ¿Estaba asustado de que no me
gustara? “Nada de rastros, ninguna evidencia de que estuvimos aquí.”
“Me encanta,” dije rápido. “Es como una película vieja. Es perfecta.”
La sonrisa que realmente no había dejado su cara-él sonríe incluso en sus sueños-se
agrando.
“Ellos no contaron la peor parte de las películas. Vamos, te voy a mostrar donde está la
letrina.”
Escuché el eco de la risa de Jamie a través del estrecho cañón mientras corría hacia
nosotros. Su pelo negro rebotaba con su cuerpo. Él saltaba todo el tiempo, ese delgado
chico con su piel quemada por el sol. No me había dado cuenta de cuanto habían crecido
sus estrechos hombros que llevaba. Con Jared, el era positivamente alegre. La expresión
ansiosa fue remplazada, convirtiéndose en sonrisas. Los dos más resistentes con lo que
yo les daba crédito.
“¿Quién construyó este lugar?”
“Mi papá y mis hermanos mayores. Los ayudé, o traté, un poco. Mi papá amaba estar
fuera de todo. Y no le importaba mucho los convencionalismos. El nunca se molestó en
encontrar de quién era la tierra que actualmente pertenecía o algunos papeles de
permiso o cualquier cosa de esas.” Jared río, tirando su cabeza hacia atrás. El sol bailaba
arriba de sus reflejos rubios de su cabello. “Oficialmente, este lugar no existe.
Conveniente, ¿no?” Sin poder pensar sobre eso, llegó a mí, y me tomó mi mano.
Mi piel se quemó cuando se reunió con la de él. Se sentí mejor que bien, pero hizo que
apareciera un extraño dolor en mi pecho.
Él siempre me tocaba de esa manera, siempre se parecía que lo necesitaba para
asegurarse a sí mismo que estaba ahí.
¿Se habrá dado cuenta de lo que era eso para mí, la simple presión de su cálida palma
junto a la mía? ¿Hacía que su pulso saltara de sus venas, también? ¿O sólo estaba feliz
de no estar más solo?
Él osciló nuestros brazos mientras caminábamos por debajo de los árboles, sus verdes
tan vívidos contra el rojo que jugaba delante de mis ojos, confundiéndome. Él es feliz
aquí, feliz que en otros lugares. Me sentía feliz, también. El sentimiento es todavía
desconocido.
No me había besado desde la primera noche, cuando estaba asustada, descifrando la
cicatriz de su cuello. ¿Es que no me quería besar de nuevo? ¿Tendría que besarlo yo?
¿Qué pasaría si eso no le gustaba?
Miró hacia abajo hacia mí y me sonrió, sus líneas alrededor de sus ojos se resaltaron.
Me pregunté si el es apuesto como yo pienso que es, o si es sólo que él era la única
persona en todo el mundo que estaba entre Jamie y yo.
No, no pienso que sea eso. Él era realmente hermoso.
“¿En qué estas pensando, Mel?” preguntó. “Parece que te estas concentrando en algo
realmente importante.” Se río.
Me encogí de hombros, y mi estómago se contrajo. “Es muy lindo el lugar.”
Él miró alrededor de nosotros. “Si, pero, ¿Es que los hogares no son siempre hermosos?”
“Hogar.” Repetí rápido. “Hogar.”
“Es tu hogar, también, si tu quieres.”
“Si quiero.” Era como si cada milla que recorrí en tres años los haya hecho para estar en
este lugar. No me quería ir de ahí, pero sabía que tendríamos que hacerlo. La comida no
nace de los árboles. No en el desierto, por lo menos.
Apretó mi mano, y sentí que mi corazón se aceleró. Era como dolor, ese placer.
Había una borrosa sensación de Melanie saltando, sus pensamientos bailaban a través
del caluroso día hasta horas después de que el sol había caído detrás de las paredes del
cañón rojo. Me fui sola, casi hipnotizada por la interminable carretera que se extendía
frente a mí, los esqueléticas malezas volaban con mi nublada mente monótona.
Miré a hurtadillas dentro de una estrecha y pequeña habitación. El tamaño completo del
colchón era sólo de unas pulgadas aproximadas de las ásperas paredes de piedra en
ambos lados.
Ver a Jamie durmiendo en una verdadera cama, su cabeza en una suave almohada,
hacía que sintiera una profunda y abundante alegría.
Sus desgarbados brazos y sus piernas desparramadas, dejándome poca habitación para
mí que quería dormir. Él es mucho más grande en la realidad que como lo veo en mi
cabeza. Casi 10-pronto no va a ser tan chico. Excepto que para mí siempre iba a ser un
niño.
Jamie respiraba regularmente. No había miedo en su sueño, en este momento por lo
menos.
Cerré la puerta sin hacer ruido, y volví al sofá, en donde Jared me esperaba.
“Gracias” susurré, aunque sabía que las palabras no iban a despertar a Jame ahora. “Me
siento mal. Este sofá es muy corto para ti. Tal vez deberías tomar la cama con Jamie.”
Jared ahogó una risa. “Mel, tú eres solo unos pocos centímetros más corta que yo.
Duerme cómoda, por una vez. La próxima vez que esté fuera, voy a robar para mí, una
cama o algo.”
No me gustó eso, por muchas razones. ¿Se iría pronto? ¿Nos llevaría con él cuando se
vaya? ¿Él ve este lugar como una cosa permanente?
Él puso sus brazos alrededor de mis hombros y me arrimó hacia su pecho. Me acerqué a
él, aún cuando el calor de su tacto hizo que mi corazón doliera nuevamente.
“¿Por qué esa cara?” preguntó.
“¿Cuándo vas... cuándo ‘vamos’ a irnos nuevamente?”
Él río. “Carroñaremos lo suficiente en nuestro sitio en donde estamos por unos meses.
Puedo hacer incursiones cortas si te quieres quedar en un lugar por un tiempo. Estoy
seguro de que estas cansada de estar escapando.”
“Si, lo estoy,” asentí. Tomé un gran aliento para ponerme valiente. “Pero si tu vas, yo
voy”
Me abrazó con fuerza. “Voy a admitirlo, me gusta más eso. Pensar que me tendría que
separar de ti...” Él río por lo bajo. “¿Sonaría loco si te digo que preferiría morir? ¿Muy
melodramático?”
“No, se a lo que te refieres.”
Él debe sentir lo que sentir lo que yo siento. ¿Él diría esas cosas si el pensaría en mi
como cualquier otro humano, y no como mujer?
Me di cuenta que esa era la primera vez que habíamos estado realmente solos desde la
noche que nos conocimos-el primer momento que había una puerta entre Jamie
durmiendo y nosotros. Por eso, muchas noches estuvimos despiertos, hablando entre
susurros, contándonos todas nuestras historias, las felices y las peores, siempre con la
cabeza de Jamie en mi regazo. Eso hacía que mi respiración se volviera mas rápido, con
la simple puerta cerrada.
“No pienso que necesites encontrar una cama, no muy pronto.”
Sentí sus ojos en mí, cuestionándome, pero no pude mirarlo. Estaba avergonzada ahora,
demasiado tarde. Las palabras habían salido.
“Estaremos aquí por lo menos hasta que se acabe la comida, no te preocupes. He
dormido en peores condiciones que este sofá.”
“Eso no es lo que quiero decir,” dije, todavía mirando abajo.
“Tú te quedas con la cama, Mel. No estoy bromeando con eso.”
“Eso no es lo que quiero decir tampoco.” Era casi un susurro. “Pienso que la capa es
muy grande para Jamie. Él no crecerá por mucho tiempo. Puede dejar su lado para... ti.”
Hubo una pausa. Quise mirarlo, para leer su expresión en su cara, pero estaba muy
mortificada.
¿Qué pasaría si se disgustara? ¿Esto haría que él quisiera que me vaya?
Sus cálidos dedos levantaron mi barbilla. Mi corazón se detuvo cuando sus ojos me se
encontraron con los míos.
“Mel, yo...” Su cara, por única vez, no sonreía.
Traté de mirar hacia otro lado, pero sostuvo mi barbilla de manera que no pudiese
escapar. ¿Es que él no sentía el fuego entre mi cuerpo y el suyo? ¿Era sólo yo? Me sentía
como el pleno sol entre nosotros-apretándonos como una flor entre las páginas de un
grueso libro, quemando el papel.
¿Se siente como algo más para él? ¿Algo malo?
Después de un momento, su cabeza cambia; Ahora él miraba era el que miraba hacia
otro lado, todavía sosteniéndome la barbilla. Su voz era sosegada. “Tú no me debes
nada, No me debes nada en absoluto.”
Me era difícil tragar. “No estoy diciendo... No estoy diciendo eso por que me siento
obligada. Y... Tú no deberías, tampoco. Olvida lo que dije.”
“Probablemente no, Mel.”
Suspiró, y yo quería desaparecer. Me rendiría perdiendo mi mente ante los invasores si
eso hacía borrar esa enorme metedura de pata. Me transporte al futuro salteando esos
dos minutos del pasado.
Nada.
Jared respiró profundamente. Me miró de soslayo, sus ojos y su mandíbula tensos. “Mel,
esto no tiene que ser así. Sólo porque estamos juntos, sólo porque somos el último
hombre y la última mujer en la tierra...” Luchó por encontrar las palabras, algo que creo
que nunca vi en él antes. “Esto no significa que tengas que hacer algo que tú no quieras.
No soy el tipo de hombre que espera... No tienes que...”
Él parecía muy enojado, todavía mirando hacia otro lado, que me encontré hablando,
aunque sabía desde antes de empezar que era un error. “Eso no era lo que quería decir,”
murmuré. “No estaba hablando de hacerlo, y no creo que seas ‘ese tipo de hombre.’ No.
Por supuesto que no. Es sólo que -”
Es solo que lo amo. Apreté mis dientes antes de que me humillara más a mi misma.
Tendría que morderme la lengua justo ahora antes de que lo arruinara más.
“¿Sólo que...?” preguntó.
Traté de sacudir mi cabeza, pero el todavía sostenía mi barbilla entre sus dedos. “¿Mel?”
Me solté y moví mi cabeza con ferocidad.
Él se inclinó más cerca de mí, y su cara era diferente ahora. Había un nuevo conflicto
que no reconocí en su expresión, e incluso aunque no lo entendía completamente,
borraba la sensación de rechazo que estaba haciendo que mis ojos ardieran.
“¿Podrías hablarme? ¿Por favor?” murmuró. Podía sentir su respiración en mi mejilla, y
me tomó unos segundos antes de poder pensar por completo.
Sus ojos hicieron que me olvidase de que estaba mortificada, y quise no poder hablar
otra vez más.
“Si tuviese que elegir a alguien, a cualquiera, para estar hundidos en un planeta
desierto, serías tú,” susurré. El sol entre nosotros se quemaba con más calor. “Siempre
vas a ser tú. Y no sólo... No sólo hablo por hablar. Cuando me tocas...” Me atreví a
permitir a mis dedos rozar despacio la cálida piel de su brazo, y se sintió como si las
llamas desprendieran de sus extremidades ahora. Apretó su brazo alrededor mío.
¿Sentía el fuego? “No quiero que esto sea un obstáculo.” Quería ser más exacta, pero no
encontré las palabras. Estaba bien. Era suficiente malo tener que admitir esto. “Si no
sientes lo mismo, lo entiendo. Tal vez no sea lo mismo para ti. Está bien.”
Mentía.
“Oh, Mel,” susurró en mi oído, y empujó mi cara para encontrarme con la suya.
Más llamas en sus labios, más feroces que las otras, quemándome. No entendía que
estaba haciendo, pero no me parecía un problema. Sus manos estaban en mi pelo, y mi
corazón estaba a punto de combustionarse. No podía respirar. No quería respirar.
Pero sus labios se movieron a mi oreja, y el sostuvo mi cara cuando traté de seguirlos
otra vez.
“Fue un milagro-más que un milagro-cuando te encontré, Melanie. En este momento, si
tuviese la oportunidad de volver el mundo a la normalidad y tenerte a ti, no sería capaz
de dejarte. No para salvar a cinco billones de vidas.”
“Eso está mal.”
“Muy mal pero muy cierto.”
“Jared,” suspiré. Traté de buscar sus labios otra vez, pero el me tiro hacia atrás, viendo
que el tenía algo que decir. ¿Qué más podría haber?
“Pero...”
“¿Pero?” ¿Como podría haber un pero? ¿Qué posibilidad había de seguir con todo ese
fuego si empezaba con un pero?
“Pero tienes diecisiete, Melanie. Y yo tengo veintiséis.”
“¿Y qué tendría que significar eso?”
Él no respondió. Sus manos se derramaron por mis brazos lentamente, doliéndome con
fuego.
“Tienes que estar bromeando.” Me incliné de nuevo para buscar su cara. “¿Vas a estar
preocupado por los convencionalismos cuando estamos en el fin del mundo?”
Tragó sonoramente antes de hablar. “Más convencionalismo hay por esa razón, Mel. Me
voy a sentir como una mala persona, alguien que toma ventaja. Eres muy joven.”
“Ahora ya nadie es joven. Cualquiera que haya sobrevivido todo este tiempo es
anciano.”
Hubo una sonrisa torcida en su boca. “Tal vez tengas razón. Pero no es algo que
tengamos que precipitarnos.”
“¿Que esperamos?” demandé.
Él dudó por un momento, pensando.
“Bueno, por una cosa, hay algunos.... problemas que considerar.”
Me pregunté si sólo estaba buscando una distracción, tratando de evadir. Así era como
se sentía. Levanté una ceja. No podía creer el cambio de la conversación que se había
hecho. Si realmente me quería, esto no tenía sentido.
“Mira,” explicó dudando. Debajo del intenso bronceado dorado de su piel, parecía como
si tal vez estuviera ruborizándose. “Cuando vine a este lugar, no lo había planeado
mucho para... invitados. Lo que quiero decir es...” Lo demás vino precipitado. “Traer a
alguien a este mundo es la última cosa que tengo en mente.”
Sentí mi frente llenarse de arrugas. “Oh.”
La sonrisa desapareció de su cara, y por un corto segundo un momento de ira que nunca
le había visto antes. Hizo que luzca peligroso de una manera que nunca pensé que
podría llegar a ser. “Este no es el tipo de mundo que quiera para traer a un niño.”
Las palabras me hundieron, y me encogí al pensar en un pequeño, inocente bebé
abriendo sus ojos en este lugar. Es lo suficientemente malo mirando los ojos de Jamie,
sabiendo qué vida tendría que construir, incluso en las mejores circunstancias posibles.
Jared es de repente Jared devuelta. Su piel alrededor de sus ojos se arrugó. “Además,
tenemos un montón de tiempo para... pensar acerca de esto.” Evadiendo otra vez,
supuse. “¿No te das cuenta cuánto, cuán poco tiempo estuvimos juntos? Son sólo cuatro
semanas desde que nos encontramos.” Eso me pisó. “No puede ser.”
“Veintinueve días. Estoy contando.”
Pensé otra vez. No era posible que haya sido veintinueve días desde que Jared cambió
nuestras vidas. Se parece como si hubiésemos estado con Jared todo el tiempo desde
que estuvimos solos. Dos o tres años, tal vez.
“Tenemos tiempo.” Dijo Jared una vez más.
Un pánico abrupto, como una premonición de advertencia, hizo imposible dejarme hablar
por un largo momento. Él miró el cambio de mi cara con los ojos preocupados.
“No sabes eso.” La desesperación se sofocó cuando él me abrazó. “No puedes saber
cuánto tiempo tenemos. No sabes si tendríamos que contar en meses o en días o en
horas.”
Se río con una calida risa, tocando con sus labios el tenso lugar en donde mis cejas
estaban juntas.
“No te preocupes, Mel. Los milagros no funcionan de esa manera. Nunca te voy a
perder. Nunca voy a dejar que te alejen de mí.”
Ella me trajo devuelta al presente-a la delgada cinta de la carretera a través del desierto
de Arizona, debajo del fuerte sol del mediodía-sin mi elección de volver. Vi el vacío lugar
delante y sentí el vacío lugar dentro de mí.
Su pensamiento suspiró ligeramente en mi cabeza: Nunca se sabe cuánto tiempo tienes.
Las lágrimas que estaba llorando pertenecían a las dos.

No hay comentarios: