lunes, 29 de diciembre de 2008

La huesped-the host-7º capitulo

Capítulo 7 - Confrontada
“¿Sí, Faces Sunward?” dije, agradecida de que la mano levantada interrumpiera mi
conferencia.
No me sentía tan cómoda detrás del atril como solía hacer. Mi mayor fuerza, mi único y
verdadero credencial-mi cuerpo de huésped había recibido poca enseñanza convencional,
rápidamente desde su temprana adolescencia, era la experiencia personal desde la que
solía enseñar. Esta era la primera historia del mundo que había presentado este
semestre y no tenía de qué echar mano. Estaba segura de que mis alumnos estaban
padeciendo la diferencia.
“Siento interrumpir, pero…” el hombre de peno canoso hizo una pausa, luchando para
plantear la pregunta. “No estoy seguro de entenderlo. ¿Los Probadores de Fuego
realmente… injerían el humo de las Flores Andantes quemadas? ¿Cómo alimento?”
intentó reprimir el horror en su tono.
Un alma no era quién para juzgar a otra alma. Pero yo no estaba sorprendida, dada su
experiencia en el Planeta de las Flores, de su violenta reacción por el destino de una
forma de vida similar en otro mundo.
Siempre me resultaba asombroso cómo algunas almas se encerraban a sí mismas en los
asuntos de cualquier mundo que hubieran habitado e ignoraban al resto del universo.
Pero, para ser justos, quizá Faces Sunward había estado hibernando cuando el Mundo
del Fuego se dio a conocer.
“Sí, recibían los nutrientes esenciales de este humo. Y ahí reside el dilema fundamental
y la controversia del Mundo del fuego, y la razón por la que el planeta no ha sido
cerrado, a pesar de que haya habido tiempo de sobra para probarlo. También hay un
alto porcentaje de traslado.”
>>Cuando se descubrió el Mundo del Fuego, se pensó al principio que las especies
dominantes, los Probadores de Fuego, eran las únicas formas de vida inteligente. Los
Probadores de Fuego no consideraban a las Flores Andantes como sus iguales (un
prejuicio cultural), así que pasó un tiempo, incluso después de la primera ola de
colonización, hasta que las almas se dieron cuenta de que estaban asesinando a
criaturas inteligentes. Desde entonces, los científicos del Mundo del Fuego han centrado
sus esfuerzos en tratar de encontrar un remplazo para las necesidades dietéticas de los
Probadores de Fuego. Se están transportando allí arañas para ayudar, pero los planetas
están a cientos de años luz. Cuando se venza este obstáculo, y estoy segura de que será
pronto, se espera que las Flores Andantes puedan ser también asimiladas. De momento,
se ha quitado la mayor parte de la brutalidad de la ecuación. La, humm… parte que de
quemar seres vivos, por supuesto, y otros aspectos también.”
“¿Cómo pueden…?” Faces Sunward fue bajando el tono, incapaz de terminar la frase.
Otra voz completó el pensamiento de Faces Sunward.
“Parece un ecosistema muy cruel. ¿Por qué no se abandonó el planeta?”
“Naturalmente, ya se ha discutido sobre eso, Robert. Pero nosotros no abandonamos los
planetas a la ligera. Hay muchas almas para las que el Mundo de Fuego es su hogar. No
se les hará abandonar su hogar contra su voluntad.” Miré ausente mis notas, dando por
terminada la discusión.
“¡Pero es brutal!”
Robert era físicamente más joven que el resto de estudiantes; de hecho, se acercaba
más a mi edad que ningún otro. Y en verdad era un niño en un sentido más importante.
La Tierra era su primer mundo (la Madre, en este caso, había sido también una
habitante de la Tierra, antes de entregarse) y no parecía tener tanta perspectiva como
las almas mayores y más viajadas. Me pregunté cómo sería nacer en la insoportable
sensación y emoción de estos huéspedes sin ninguna experiencia anterior para hace
balance. Sería difícil encontrar objetividad. Intenté recordar eso y ser especialmente
paciente cuando le respondí.
“Cada mundo es una experiencia única. Si uno no ha vivido en ese mundo, es imposible
comprenderlo de verdad.”
“Pero usted nunca ha vivido en el Mundo del Fuego – me interrumpió. – Debe haber
sentido lo mismo… A no ser que tuviera usted alguna otra razón para no ir a ese planeta.
Ha estado en muchos otros lugares.”
“Elegir un planeta es una decisión muy personal y privada, Robert, como algún día
comprobarás – mi tono cortó totalmente el tema.”
¿Por qué no se lo dices? En realidad, piensas que es brutal, cruel e incorrecto. Lo que es
bastante irónico, si quieres saber mi opinión-aunque nunca quieres-¿Dónde está el
problema? ¿Te avergüenzas de estar de acuerdo con Robert? ¿Porque él es más humano
que los demás?
Melanie, que había encontrado su voz, se había vuelto totalmente insoportable. ¿Cómo
se suponía que iba a concentrarme en el trabajo con sus comentarios sonando en mi
cabeza todo el tiempo?
En el asiento detrás de Robert, una oscura sombra se movió. La Buscadora, vestida de
su habitual negro, se inclinó hacia delante, prestando atención por primera vez a la
discusión. Resistí el impulso de fruncirle el ceño. No quería que Robert, todavía
incómodo, se confundiera y pensara que lo hacía por él. Melanie refunfuñó. Ella quería
que no me resistiera. Tener a la Buscadora acechándonos a cada paso había sido
educativo para Melanie; ella creía que no podría odiar a nada ni a nadie más de lo que
me odiaba a mí.
“Casi se nos ha acabado el tiempo.” anuncié con alivio. “Me complace informaros de que
tendremos un conferenciante invitado el próximo martes, que podrá compensar mi
ignorancia en este asunto. Flame Tender, una reciente adquisición para nuestro planeta,
estará aquí para darnos una versión más personal de la colonización del Mundo de
Fuego. Sé que le brindaréis la misma cortesía que me brindáis a mí, y seréis respetuosos
con la corta edad de su huésped. Gracias por vuestro tiempo.”
La clase empezó a salir lentamente, muchos de los estudiantes se quedaban rezagados
hablando con otros compañeros mientras recogían sus cosas. Me vino a la mente lo que
Kathy me había contado sobre las relaciones de amistad, pero yo no deseaba hacerme
amiga de ellos. Eran extraños. ¿Era así como me sentía? ¿O era como se sentía Melanie?
Era muy difícil de decir. Puede que yo fuera de naturaleza antisocial. Mi historia personal
apoyaba esa teoría, supongo. Nunca había sentido un cariño lo suficientemente fuerte
como para que permaneciera en un planeta durante más de una vida. Me di cuenta de
que Robert y Faces Sunward se paraban en la puerta, inmersos en una discusión que
parecía intensa. Podía adivinar el tema.
“Las historias sobre el Mundo de Fuego ponen los pelos de punta.” Comencé a decir
levemente.
La buscadora estaba a mi lado. Normalmente, anunciaba su acercamiento con los golpes
de sus duros zapatos. Bajé la vista para ver que llevaba puestas unas zapatillas
deportivas por primera vez-negras, por supuesto. Era aún más diminuta sin los
centímetros de más.
“Éste no es mi tema favorito,” dije con voz suave. “Prefiero tener experiencia de primera
mano para compartir.
“Reacciones fuertes por parte de la clase.”
“Sí.”
Me miró expectante, como si estuviera esperando algo más. Guardé mis notas y me
volví para meterlas en el bolso.
“Parecía que tú también reaccionas.”
Puse mis notas en el bolso cuidadosamente, sin girarme.
“Me preguntaba por qué no respondiste a la pregunta.”
Hubo una pausa, mientras ella esperaba a que contestara. No lo hice.
“Bueno, ¿por qué no contestaste a la pregunta?”
Me di la vuelta, sin ocultar la impaciencia en mi rostro.
“Porque no era pertinente para la lección, porque Robert necesita aprender maneras, y
porque éste no es el trabajo de nadie más.”
Me colgué el bolso del hombro y me dirigí hacia la puerta. Ella permaneció a mi altura,
acelerando para seguir el ritmo de mis piernas, más largas que las suyas. Bajamos al
vestíbulo en silencio. No fue hasta que estuvimos fuera, donde el sol de la tarde
iluminaba las motas de polvo en el aire salado, que volvió a hablar.
“¿Crees que alguna vez te asentarás, Wanderer? ¿En este planeta, quizás? Parece que
tienes afinidad con sus… sentimientos.”
Me molestó el insulto implícito en su tono. No estaba segura de qué manera me había
insultado, pero estaba claro que lo había hecho. Melanie se agitó resentida.
“No estoy segura de lo que quieres decir.”
“Dime algo, Wanderer. ¿Te compadeces de ellos?”
“¿De quién?” pregunté inexpresivamente. “¿De las Flores Andantes?”
“No, de los humanos.”
Dejé de andar, y ella se paró a mi lado. Estábamos a unas pocas calles de mi
apartamento, y yo me había apresurado, esperando poder deshacerme de ella, pero
parecía que no, se había auto invitado a venir. Pero su pregunta me pilló por sorpresa.
“¿De los humanos?”
“Sí. ¿Te compadeces de ellos?”
“¿Tú no?”
“No. Eran una raza absolutamente cruel. Fueron afortunados de sobrevivir los unos a los
otros durante todo ese tiempo.”
“No todos eran malos.”
“Tenían una predisposición genética a serlo. La crueldad formaba parte de su especie.
Pero tú los compadeces, según parece.”
“Eso es mucho para perder, ¿no crees?” gesticulé a nuestro alrededor. Estábamos en
una especie de parque entre dos residencias de es estudiantes cubiertas de hiedra. El
verde profundo de la hiedra era agradable a la vista, especialmente en contraste con el
rojo descolorido de los viejos ladrillos. El aire era dorado y suave, y el olor del océano le
dio un toque salado a la fragancia dulce de la miel de las flores de los arbustos. La brisa
acarició la piel desnuda de mis brazos.
“En tus otras vidas, no has podido sentir algo tan vívido. ¿No compadeces a los seres de
quienes has tomado esto?” Su expresión permaneció inescrutable, impasible.
Intenté hacerla involucrarse, llevarla a considerar otro punto de vista.
“¿En qué otros mundos has vivido?”
Vaciló, pero luego cuadró sus hombros.
“En ninguno. Sólo he vivido en la Tierra.”
Eso me sorprendió. Era tan niña como Robert.
“¿Sólo un planeta? ¿Y escogiste ser Buscadora en tu primera vida?”
Asintió una vez, moviendo la barbilla.
“Vale. Bueno, es asunto tuyo.” Comencé a andar de nuevo. Tal vez, si respetaba su
privacidad, ella haría lo mismo conmigo.
“He hablado con tu Consoladora.”
O tal vez no, pensó Melanie amargamente.
“¿Qué?” exclamé.
“He averiguado que estás teniendo más problemas que aparte de no poder acceder a la
información que necesito. ¿Has considerado intentarlo en otro huésped más flexible? Ella
te lo sugirió, ¿no?”
“¡Kathy no te diría nada a ti!”
La cara de la Buscadora era de satisfacción.
“Ella no tuvo que contestarme. Soy muy buena leyendo expresiones faciales humanas.
Sé cuándo mis preguntas dan en el clavo.”
“¿Quién te dio permiso? La relación entre un alma y su Coordinadora…”
“Es sacrosanta, sí. Me sé la teoría. Pero el término aceptable de investigación no parece
funcionar en tu caso. Tengo que ser creativa.”
“¿Crees que te escondo algo?” pregunté, demasiado enfadada para controlar la
repugnancia en mi voz. “¿Crees que se lo he contado a mi Coordinadora?”
Mi rabia no la achantó. Quizás, dada su extraña personalidad, ya había tenido que
enfrentarse a reacciones como la mía.
“No. Creo que me has contado lo que sabes… Pero no creo que estés haciéndolo tan bien
como podrías hacerlo. He visto esto antes. Estás sintiendo cierta empatía por tu
huésped. Inconscientemente, estás dejando que sus recuerdos se conviertan en tus
deseos. Probablemente sea tarde para ponerle remedio. Creo que estarías más cómoda
trasladándote a otro huésped. Quizás alguien tenga mejor suerte que tú con ella.”
“¡JA!” grité. “Melanie se lo comería vivo.”
Su expresión se congeló.
Ella no tenía ni idea, no importaba lo que pensara que había descubierto gracias a Kathy.
Ella pensaba que la influencia de Melanie provenía de su memoria, que era algo
inconsciente.
“Me parece muy interesante que hables de ella en presente.”
Ignoré aquello, intentando fingir que no había metido la pata.
“Si crees que alguien tendría mejor suerte que yo penetrando en sus secretos, estás
equivocada.”
“Sólo hay una forma de saberlo.”
“¿Tienes a alguien en la mente?” pregunté con la voz llena de aversión.
Sonrió abiertamente.
“He conseguido permiso para intentarlo. No debe faltar mucho. Van a sacarme de mi
huésped.”
Tuve que respirar profundamente. Estaba temblando, y Melanie estaba tan llena de odio
que no le salían las palabras.
La idea de tener a la Buscadora dentro de mí, aunque supiera que yo no estaría ahí, era
tan repugnante que sentí que me venía de nuevo la náusea de la última semana.
“Es una pena para tu investigación que yo no sea una Skipper.”
Los ojos de la Buscadora se estrecharon.
“Bueno, probablemente eso hará que el intercambio se alargue. La historia nunca me ha
interesado mucho, pero ahora parece que voy a tener que tragarme un curso entero.”
“Acabas de decir que es probable que ya sea demasiado tarde para intentar sacar algo
más de su memoria.” Le recordé, luchando por calmar mi voz “¿Por qué no vuelves a
donde pertenezcas?”
Se encogió y mostró una apretada sonrisa.
“Estoy segura de que es muy tarde… para la información voluntaria. Pero si no cooperas,
ella me llevará hasta ellos.”
“¿Te llevará?”
“Cuando ella tome todo el control, y tú no eres mejor que el débil ése, que un día fue
Racing Song, y ahora es Kevin. ¿Lo recuerdas? ¿El que atacó al Curandero?”
Fijé mi vista en ella, con los ojos muy abiertos, las aletas de mi nariz abiertas.
“Sí, probablemente sólo sea cuestión de tiempo. Tu Coordinadora no te mostró las
estadísticas, ¿verdad? Bueno, aunque lo hubiera hecho, ella no tendría la última
información a la que hemos accedido. El porcentaje de éxito a largo plazo para
situaciones como la tuya-en la que un huésped humano empieza a resistirse-está por
debajo del veinte por ciento. ¿Sabías que eran tan malas? Están cambiando la
información que les dan a los colonos potenciales. No se ofrecerán más huéspedes
adultos. Los riesgos son demasiado grandes. Estamos perdiendo almas. No pasará
mucho tiempo antes de que ella te hable, hable a través de ti, controle tus decisiones.”
No me moví ni un centímetro, ni relajé ningún músculo. La Buscadora se inclinó,
acercando su cara a la mía. Su voz se volvió baja y suave, en un intento de resultar
persuasiva.
“¿Eso es lo que quieres, Wanderer? ¿Perder? ¿Desvanecerte, borrada por otra
conciencia? ¿No ser más que el cuerpo de un huésped?”
Se me cortó la respiración.
“Sólo irá a peor. No serás tú nunca más. Te vencerá, y tú desaparecerás. Puede que
alguien intervenga… Puede que te trasladen como hicieron con Kevin. Y te convertirás en
una niña llamada Melanie a la que le gusta juguetear con coches más que componer
música. O lo que sea que ella haga.”
“¿Las probabilidades de éxito están por debajo del 20%?” Susurré.
Afirmó con la cabeza, intentando reprimir una sonrisa.
“Te estás perdiendo a ti misma, Wanderer. Todos los mundos que has visto, todas las
experiencias que has vivido, habrán sido en vano. Observé en tus archivos que tienes
capacidad para la Maternidad. Si te entregaras a ser madre, no estaría todo malgastado.
¿Por qué te desperdicias a ti misma? ¿Has considerado la maternidad?”
Me alejé de ella, ruborizándome.
“Lo siento” refunfuñó, enrojeciendo también. “Eso ha sido una falta de educación. Olvida
que lo he dicho.”
“Me voy a casa. No me sigas.”
“Tengo que hacerlo, Wanderer. Es mi trabajo.”
“¿Por qué te preocupas tanto por un puñado de humanos? ¿Por qué? ¿Cómo sigues
justificando tu trabajo? ¡Hemos ganado! ¡Ya es hora de que te unas a la sociedad y
hagas algo productivo!”
Mis preguntas, mis acusaciones implícitas, no la alteraron.
“En cualquier lugar en el que sus márgenes tocan los nuestros, hay muerte.” Dijo las
palabras pacíficamente, y por un momento vislumbré a una persona diferente en su
rostro. Me sorprendí cuando me di cuenta de que ella creía profundamente en lo que ella
misma había dicho. Una parte de mí había supuesto que había elegido ser buscadora
porque ansiaba ilícitamente la violencia. “Incluso si un alma se pierde en tu Jared o tu
Jamie, esa alma será demasiado. Hasta que haya una paz total en este planeta, mi
trabajo estará justificado. Mientras que haya Jareds vivos, soy necesaria para proteger
nuestra especie. Mientras haya Melanies dirigiendo a las almas, dominándolas…”
Le di la espalda y me dirigí a mi apartamento a grandes zancadas, por lo que tendría que
correr si ella quisiera continuar.
“¡No te pierdas a ti misma, Wanderer!” Dijo detrás de mí. “¡Se te acaba el tiempo!”
paró, y entonces gritó más alto. “¡Avísame cuando tenga que empezar a llamarte
Melanie!”
Su voz se fue apagando mientras aumentaba la distancia entre nosotras. Yo sabía que
ella seguiría a su ritmo. Esta última incómoda semana-viendo su cara en la parte de
atrás de cada clase, escuchando sus pasos detrás de mí cuando caminaba cada día-no
era nada comparado con lo que estaba por venir. Ella iba a hacer de mi vida una miseria.
Sentía como si Melanie estuviera revolviéndose violentamente contra las pareces
internas de mi cráneo.
Vamos a enlatarla. Diles a tus superiores que ha hecho algo inaceptable. Que nos ha
agredido. Es su palabra contra la nuestra.
En un mundo humano, le recordé, casi triste de no poder tener acceso a ese recurso
humano. No hay superiores en ese sentido. Todos trabajan juntos como iguales. Hay
algunos que buscan la información y la dan, para mantener la información organizada, y
consejos que toman decisiones sobre la información, pero no la sacarán del puesto que
ha elegido. Verás, funciona como…
¿Qué importa cómo funciona si no nos va a ayudar? Ya sé, ¡entonces matémosla! La
imagen gratuita de mis manos enroscándose alrededor del cuello de la Buscadora llenó
mi cabeza.
Este tipo de cosas son los motivos por los que este lugar está mejor a cargo de mi
especie. No insistas. Disfrutarías de eso tanto como yo. La imagen volvió, la cara de la
Buscadora volviéndose azul en nuestra imaginación, pero esta vez la acompañó una
feroz ola de placer.
Ésa eres tú, no yo. Mi declaración era verdad; la imagen me ponía enferma. Pero estaba
peligrosamente cerca de ser falsa. Disfrutaría muchísimo de no volver a ver nunca a la
Buscadora.
¿Qué hacemos ahora? Yo no me rindo. Tú no te rindes. ¡Y esa maldita Buscadora está
absolutamente segura de que no se va a rendir!
No le contesté. No tenía ninguna respuesta preparada. Mi cabeza se quedó en silencio
durante un breve momento. Era agradable. Lamentaba que el silencio no fuera durar
mucho. Pero sólo había una manera de comprar mi paz. ¿Estaba dispuesta a pagar el
precio? ¿Me quedaba alguna otra opción?
Melanie se calmó lentamente. Para cuando atravesé a la puerta delantera, cerrando tras
de mí los cerrojos que nunca antes había cerrado-los artefactos humanos no tenían lugar
en un mundo pacífico, sus pensamientos eran contemplativos.
Nunca había pensado en cómo habéis hecho continuar la especie. No sabía que era así.
Nosotros nos lo tomamos muy en serio, como puedes imaginar. Gracias por tu interés.
No se molestó por la enorme carga de ironía que llevaban mis pensamientos.
Ella todavía reflexionaba sobre este descubrimiento mientras yo encendía el ordenador y
empezaba a buscar vuelos en avión. Fue un segundo antes de que ella se diera cuenta
de lo que estaba haciendo.
¿A dónde vamos? El pensamiento contenía una nota de pánico. Sentí su conciencia
comenzar a merodear por mi cabeza, su toque, como un suave cepillo de plumas,
buscando algo que le estaba ocultando.
Decidí ahorrarle la búsqueda.
Me voy a Chicago.
Ahora había más que una simple nota de pánico en su voz.
¿Por qué?
Voy a ver al Curandero. No confío en ella. Quiero hablar con él antes de tomar mi
decisión.
Hubo un breve silencio antes de que ella volviera a hablar.
¿La decisión de matarme?
Sí,

No hay comentarios: